
Cuando encontramos pareja, nos llenamos de muchas ilusiones, empezamos a soñar nuestra vida junto con el otro, y en ese proceso decimos :¡quiero lo mejor para ti! Sabemos, porque así nos lo enseña nuestra fe, que Dios nos ama y dispone todo para el bien de nosotros. Por eso, es una gran noticia saber que Dios es el primero en ilusionarse con nosotros y en soñar con una vida juntos, sin embargo, interiorizar nuestra amistad con Dios y ponerlo en palabras concretas, ser sensibles a los movimientos que el Espíritu Santo suscita en nuestro interior y acoger ese llamado junto a nuestra pareja, no es tarea fácil. Tal vez mientras leas estas líneas, si eres casado, eres novio o novia, o atraviesas un momento de confusión en tu relación, puedes intentar mirar a esa persona o imaginarla y piensa ¡eres tan complejo(a) como yo lo soy! Cuando lo miras, no ves solo un rostro, ves unos anhelos, una historia, una vocación, un hijo o una hija de Dios que tiene un anhelo de infinito, que quiere ser tan feliz como tú. Solamente cuando aprendemos a reconocernos el uno junto al otro (Gn.2, 23) entendemos que Dios nos llama a ser don, a salir de nosotros mismos para entrar en comunión y de esa vida en común unión queremos hablar. Por eso, hemos querido en estas cortas líneas intentar proponer unos elementos que han sido relevantes en nuestra vida espiritual y esperamos que puedan aportar alguna luz a sus vidas.
- Esencia de la vida espiritual: la comunicación y el amor
Cuando pensamos en el modo más natural de relacionarnos, encontramos que la comunicación juega un papel fundamental ¡Cuántas discusiones y problemas tenemos en nuestras vidas por no saber comunicarnos bien! De hecho, podríamos decir que paradójicamente nos comunicamos todo el tiempo, pero en muchas ocasiones no logramos comprender al otro, y al final queda la sensación de no haber comunicado nada, nos sentimos insatisfechos por no poder vivir junto al otro plenamente todo lo que anhelamos en nuestros corazones. Esta necesidad está inscrita en nuestro ADN, pues al compartir la semejanza con Dios, que es esencialmente amor (1 Jn. 4.8), llevamos en nuestro interior un deseo de buscar comunicarnos, darnos a los demás en el amor.
Solamente un diálogo sincero con Dios nos ayuda a entender cuán amados somos y el amor que necesitamos vivir, no es el amor que se me antoja, no es el amor a mi manera, como lo enseña el mundo actual, sino el amor que mi corazón a gritos me dice ¡lo necesito vivir así!
- La vida espiritual en pareja incentiva la fidelidad
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos decir que a medida que avanzamos en nuestra amistad con Dios, encontramos una gran novedad: Dios ha creído en nosotros, antes que nosotros en Él. Jesús nos prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt. 28, 16-20), sabiendo aun que lo podíamos traicionar, como de hecho le ocurrió con sus amigos.
¿De qué nos habla todo esto? De un Dios que nunca abandona a quienes ama hasta el extremo (Jn. 13, 1), si Cristo nos ama así cada día de nuestras vidas, aún cuando menos podemos “merecerlo” ¿cómo no amar a la mujer o al hombre a quien libremente decidí entregarme y defender mi promesa de amor con nuestra fidelidad mutua? Encontrarnos con Dios, nos recuerda que la fidelidad se concreta en pequeños gestos, que hermoso es vivir la fidelidad en nuestro matrimonio cuando vivimos la fragilidad del otro, cuando vivimos la nuestra propia, cuando parece que nuestra pareja o nosotros mismos tenemos la vida al revés ¿No es acaso muy consolador que tu pareja te diga “aquí estoy”, “estoy contigo” “saldremos de esto juntos”? Cuando hemos entendido que Dios no nos ha abandonado en nuestros peores momentos y desaciertos comprendemos por qué la Iglesia sabiamente nos invita a seguir juntos “hasta que la muerte nos separe”.
- La vida espiritual en pareja se alimenta
Es importante comprender que a medida que nuestras vidas se cruzan, poco a poco pareciera que son más las cosas que empezamos a compartir juntos que las que tenemos por separado, como cuando recién se inicia la relación, haces tus planes ya no pensando solo en ti sino en los dos, si vas a hacer cambios importantes en tu vida ahora necesariamente tienes que pensar si eso también le haría bien a tu pareja, a tu relación, si es lo más coherente con tu vocación. Por eso es importante que la pareja “construya” un plan de vida espiritual juntos, para aprender a caminar de la mano con el Señor, e ir recorriendo el camino del amor al que Dios nos ha llamado, el cual poco a poco se va descubriendo, pero hay que preparar el terreno de nuestro corazón para dejar que Dios nos hable, por eso algo que es súper importante es tener espacios para rezar en pareja, formarse juntos, llevarse el uno al otro hacia los brazos amorosos de Dios y discernir el camino que Dios los llama a recorrer, ¡con paciencia y perseverancia! Cuánto ayuda en este proceso que la pareja asista a misa juntos, que busquen los sacramentos constantemente y que en casa se respire un ambiente de oración, de comunión con Dios.
Es importante decir que ¡la vida espiritual no debe ser aburrida! Es más, no solo no debe ser aburrida ¡no puede serlo! Si Cristo es el Dios de la alegría, el Dios del amor ¿acaso alguien se siente aburrido haciendo lo que más ama? ¡Necesitamos ser sal de la tierra y luz del mundo! Por eso vale la pena pensarnos si ¿nuestro hogar habla de Dios? ¿Cómo podemos ser más de Jesús? Dios quiere todo de nosotros y para nosotros, no quiere que hagamos nuestras vidas solos, Él quiere ser el primero en llenar nuestros corazones de su vida y vida en abundancia (Jn. 10, 10),
- Isa y Gary