
Todos hemos conocido alguna persona que ha tenido una experiencia dolorosa en el amor, incluso, por qué negarlo, nosotros muchas veces hemos sido esa persona que hemos sufrido mucho en nuestras relaciones de pareja y no siempre comprendemos el motivo de nuestro dolor y sufrimiento. No siempre es fácil aceptar que lo que nos acontece viene dado como consecuencia de ciertas experiencias de nuestra historia que son el punto de partida de nuestros sufrimientos en el amor, y por sorprendente que parezca, nos engañamos señalando a una persona u otra, incluso a Dios mismo como responsables de nuestro dolor, cuando en el fondo el único motivo reposa en lo más profundo de nuestro corazón. Por eso queremos compartirles 3 errores que a menudo cometemos al iniciar una relación de pareja y que, sin saberlo, nos están conduciendo al sufrimiento.
- No acoger nuestra vocación al amor
Definitivamente este es el punto de inicio, hoy en día se ignora el hecho de que el amor solamente es posible y realizable entre dos personas que disponen libremente de sí mismas para el otro, pues el amor siempre conlleva a la entrega de sí mismo a alguien más. En ese contexto de donación, vale preguntarse ¿cómo entregar a otro algo que no poseo?, ¿cómo darme a mí mismo si solo tengo heridas que me fracturan interiormente? Partiendo de lo anterior, no podemos ignorar, considerando las enseñanzas de San Juan Pablo II, que el amor siempre conlleva el hecho de tomar conciencia de sí mismo y reconocerse como un don para el otro. Teniendo esta base clara, es importante señalar lo siguiente: si soy don para el otro, también el otro es don para mí, lo que nos muestra que nuestro corazón fue hecho para la comunión plena. En consecuencia, el amor no es algo ya realizado, sino algo por realizar, podemos decir entonces que amor tiene ese dinamismo: Ser Don y tarea al mismo tiempo. No entender este elemento del amor es quedarnos a mitad de camino en todo lo que podemos experimentar en nuestra relación con otros, y en consecuencia, quedar permanentemente insatisfechos en lo más hondo de nosotros mismos. Ponernos en acción y arriesgarnos a abrir nuestro corazón a los demás será el primer paso para poder darle sentido a nuestros anhelos más profundos.
- No vivir la aceptación personal
Otro error fundamental en las relaciones de pareja es no vivir la aceptación personal. Muchas veces como consecuencia de nuestra historia y heridas no somos capaces de aceptarnos a nosotros mismos porque siempre nos aproximamos a nuestros procesos personales desde la perspectiva del juicio y la sensación de insuficiencia, pues por diversos motivos y por diversas situaciones aprendimos que éramos “inadecuados” por tener determinadas “limitaciones” frente a nuestra realidad. Eso nos hace creer que tenemos que ”luchar” por merecer a las personas, y sentiremos que nunca seremos lo “suficientemente”buenos como para merecerlos. Es importante antes de iniciar una relación con otro, en la medida de lo posible, comprender dónde se encuentran esas heridas personales que no nos permiten vernos como somos, que han desfigurado poco a poco nuestra identidad. Saber aceptarnos y no estar en “pelea” con nosotros mismos es un paso fundamental para aprender a “abrazar” al otro. Frente a esto, vale la pena mencionar que el hombre solo aprender a amarse y reconocerse a sí mismo cuando se pone bajo la mirada de Dios, que le muestra su fragilidad, y entonces reconoce que es posible permitirse sus propios errores y miserias porque sabe que Dios mismo ya lo ha amado así. Ponerse en esa perspectiva de aceptación personal, va a permitir que el inicio de la relación se de en un corazón sereno, pues es alguien que se ha permitido poco a poco amarse como realmente es, de alguna u otra manera, será vivir el amor con alguien que ha sabido sobreponerse a sus propias pequeñeces y hacerlas parte de su experiencia.
- No lograr “mirar” al otro
Otro punto fundamental en el amor consiste justamente en aprender a “mirar” al otro, sino ¿para qué amamos? Naturalmente queremos “darnos” al otro, cuando Dios pone a Adán en el Jardín del Edén y este reconoce a Eva nos da un dato interesante, dice Adán :“Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne”(Gn. 2,23). Que este dato sea puesto desde el inicio de la Revelación, nos permite comprender que el hombre y la mujer se necesitan decir un recíproco “sí”, pues se identifican el uno junto al otro. El error consiste en mirar al otro como un medio, no como un fin. Si desde el inicio la relación de pareja se convierte en un medio para huir de mi soledad, para escapar de mis miedos, para que el otro me proporcione la mirada positiva sobre mi que no logro tener por mi mismo, ya es un error. Gran parte de nuestra relación de pareja se nos puede ir, aunque cueste aceptarlo, intentando aprender a mirar al otro y servirle, en lugar de servirme de él/ella y hacernos mutuamente un don de amor que se convierta verdaderamente en un espejo donde se refleje la Santísima Trinidad.
Crecer en el amor y la madurez afectiva siempre nos pone un reto por delante, solamente cuando nos arriesgamos a salir de nosotros mismos y mirar al otro podemos tomar conciencia que en muchas ocasiones no hemos escuchado los anhelos de nuestro corazón. Cuando nos ponemos bajo la mirada de Dios, sabemos que podemos abrazar toda nuestra historia con amor y con libertad. Aun habiendo cometido errores es importante lograr acogerlos con humildad frente al altar de Dios, pues solamente Él es capaz de reconstruir aquello que por diversos motivos se ha podido distorsionar en nuestra vida. Nuestro corazón nos grita que quiere amar, y esa vocación, la vocación del amor, siempre requerirá tiempo para madurar, para que cada vez el amor sea una experiencia total que responda efectivamente a nuestro a nuestra vocación.
-Isa y Gary @volveraloesencial