4 pasos para forjar una virtud

Al escuchar la palabra “virtud” ¿qué es lo primero que pasa por tu mente?, ¿algo difícil de lograr?, ¿algo que requiere mucho esfuerzo?, ¿algo a lo que tienes o no tienes acceso? En lo personal, desde hace algunos años relacionaba esta palabra con algo con lo que no estaba muy familiarizada o que no encajaba muy bien en mi vida, quizá incluso inalcanzable. Por esto comprendí que todo tiene que ver con la definición que tenemos de una virtud y la relación que hacemos con el ser una persona virtuosa. 

¿Qué es una virtud? 

Existen muchísimas definiciones sobre virtud, pero a continuación les voy a compartir dos que son la base para nosotros como católicos.  

Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia Católica dice el hábito o disposición estable de las facultades del alma para obrar bien y, que valiéndose del hábito, el alma puede alcanzar más próximamente los fines que le corresponden”. 

San Agustín, Padre y Doctor de la Iglesia Católica define la virtud como “ordo amoris” (el orden del amor)

En términos generales, las virtudes buscan perfeccionar nuestros actos humanos, ordenándolos hacía el amor, teniendo como fin el Amor. Ahora ,nosotros como católicos, tenemos estos dos grandes bloques: 

  • Las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) nos permiten participar de la naturaleza divina, siendo un gran don divino. 
  • Las virtudes cardinales (justicia, prudencia, templanza y fortaleza) son las que nos permiten hallar los medios que nos conducen a Dios. 

Para poner un ejemplo, la virtud de la castidad tiene como fin ordenar el amor, por medio de nuestra propia sexualidad, entendiendo la sexualidad como este todo que nos integra como persona, no solamente un acto sexual, la castidad es la manera de dar un sí a ese verdadero amor al que estamos llamados. La castidad se encuentra dentro de la familia de la virtud cardinal de la templanza. 

De las virtudes cardinales, es de donde se desprenden todas las virtudes que podemos llegar a conocer como virtudes naturales, son aquellas que nos ayudan a prepararnos para amar más, algunas pueden ser: amistad, sinceridad, comprensión, entre otras, recordemos que como lo define San Agustín, la virtud busca ordenar el amor.

¿Qué tiene que ver forjar buenos hábitos con las virtudes? 

La repetición de actos buenos nos lleva a forjar hábitos, es decir, a estar en ese proceso continuo de ir mejorando como persona, al que todos estamos llamados a participar. Estos hábitos que perfeccionan las facultades humanas son las virtudes. En este sentido, según Aristóteles, “la virtud es lo que hace bueno a quien la posee y hace buena su obra”.

Así como también está el otro lado de la moneda, la repetición de actos malos, nos lleva a construir vicios, que, si llegamos a profundizar en ellos, podemos llegar a encontrar la relación con alguno de los pecados capitales (ira, soberbia, avaricia, lujuria, gula, envidia y pereza). 

4 pasos para forjar una virtud 

Estos son los cuatro pasos que he definido para forjar una virtud en mi vida… ¡comencemos!

  1. Definir la virtud que se quiere trabajar 

No trates de comerte todo el pastel de un solo bocado, te invito a que te comas el pastel por rebanadas, tomándote tu tiempo y disfrutando de cada parte. 

A lo mejor se te vienen a la mente 10 virtudes que quieres trabajar, piensa en la que sabes (de manera consciente o inconsciente) que es la que más te va a costar, porque te conoces, empieza con esa, con la más difícil, porque una vez que hagas el esfuerzo y sacrificio de forjar esa virtud que tanto pensabas que te costaba, las demás serán menos complicadas. 

  1. Enlistar una acción a seguir por semana 

Como bien hablábamos, las virtudes son hábitos y los hábitos son repeticiones de acciones buenas, es por eso que la recomendación es la siguiente. 

La idea no es enlistar cinco acciones a realizar en un mismo momento, vamos a ir paso a paso, lo que tienes que elegir son acciones que contribuyan a ir construyendo esa virtud en tu vida. Por ejemplo, si enlistas 20 acciones a seguir, ve asignando una acción por semana, esto no quiere decir que la segunda semana no vas a trabajar con la acción de la primera semana, va a ser acumulativo, y si una semana se te olvida o estás viviendo alguna situación particular, recuerda que es parte de un proceso (de tu proceso) y puedes irlo adaptando a tus necesidades y avances. 

  1. Ejercitar la voluntad 

El forjar una virtud está totalmente relacionado con el hecho de ejercitar tu voluntad, es esta parte que se basa en el “querer” no en el “quisiera”, ejercitar la voluntad es un ejercicio diario, en donde realizar pequeños sacrificios te puede ayudar, tú sabes cuáles son, no comerte ese chocolate extra, no ponerle posponer a tu alarma, despertarte a hacer ejercicio, piensa en esas pequeñas acciones que te pueden ayudar a ejercitar tu voluntad. 

Te dejo aquí un plus, cada una de las acciones que vayas repitiendo, aunque te vayan costando algunas, pero haces todo el esfuerzo para seguir el proceso de forjar la virtud, ojo, ¡estás ejercitando tu voluntad! 

  1. Hacer a Dios parte del proceso 

La parte más importante, ¡no dejes a Dios fuera de este proceso! Lo más increíble de esto, es que cuando le damos un sentido mayor al querer trabajar una virtud, cobra un sentido trascendental y sobre todo que viene de un querer amar más y mejor. 

Hazlo parte en tu oración, platícale lo que te cuesta, lo que te ha ayudado, el plan que tienes y lo que buscas hacer con esta virtud que estás trabajando, cuéntale todo esto y espera las gracias y dones que Él siempre está dispuesto a darte. 

Recuerda “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4,13) 

-Valeria Vázquez

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1 comentario en “4 pasos para forjar una virtud”

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