
Tan valiosa es la amistad como el amor; de hecho, en las amistades, surge un amor genuino y nos damos cuenta de lo valiosa que es cuando vemos la cantidad de canciones, poemas y frases que le han dedicado. En la Biblia, hay citas referentes a la amistad; encontramos esa que es una de nuestras favoritas y que, en síntesis, contiene toda la verdad: “Quién ha encontrado un amigo ha encontrado un tesoro” (Eclesiástico 6, 14). Y es que la amistad verdadera es, sin duda, un don, un regalo del amor de Dios que no solo es compañía en momentos alegres, sino, sobre todo, en los momentos difíciles.
Hoy en día, la sociedad nos bombardea constantemente haciéndonos creer que tener amigos muchas veces es una pérdida de tiempo, ya que demandan cercanía, cariño; pueden ser fuente de conflictos o nos pueden traicionar alegando que “nadie puede confiar en nadie”. Vemos tantos malos ejemplos de este tipo de “amistades” en la industria del entretenimiento, ejemplos que quedan muy lejos de quién es verdaderamente un amigo. Es por eso que vamos a profundizar un poco en cómo cultivar una amistad verdadera, qué significa ser un verdadero amigo.
¿Qué es una verdadera amistad?
Cuando colocamos el adjetivo de verdadera a la palabra amistad, es para hacer referencia a aquellas amistades que, más allá de estar unidos por intereses en común o por pasiones pasajeras, están unidos y mantienen un vínculo desde la aceptación de la otra persona, la autenticidad y la compasión.
Un verdadero amigo es aquel que, aunque estén a miles de kilómetros y aunque haya un tiempo que se dejen de ver por diversas situaciones personales o laborales, nunca dejan de estar en contacto, nunca dejan de preocuparse el uno por el otro y se saben unidos a través de un vínculo que traspasa todas esas barreras: El amor.
En palabras del Papa Francisco, “la amistad no es una relación fugaz sino estable, firme, fiel, que madura con el paso del tiempo. Es una relación de afecto que nos hace sentir unidos, y al mismo tiempo es un amor generoso, que nos lleva a buscar el bien del amigo” (Christus Vivit, 152).
Claro, sí, hay amor entre los amigos, ya lo señala el Papa, es un amor generoso, un amor entregado que “no precede con bajeza, no busca su propio interés” y así también lo mencionaba Pablo (I Corintios 13, 5); ese es justamente el amor que surge en una amistad verdadera. Ese amor es el que hace que el vínculo no se pierda y que se pueda compartir la vida; por eso, es común escuchar que los amigos verdaderos, más que amigos, pasan a ser hermanos. Si añadimos la valiosa cualidad de compartir la fe con nuestros amigos, le damos un plus a la relación. Tener un amigo verdadero es, entonces, ganar un hermano en la fe y en el amor de Dios.
¿Es válido alejarme de personas que no me hacen bien?
En un mundo cada vez más individualizado, donde se construyen muros y nos alejamos más cada día, no podemos ignorar la invitación del Papa Francisco a “tender puentes”. “No hay vida cuando pretendemos pertenecer sólo a nosotros mismos y vivir como islas” (Fratelli tutti, 87). Quizás la mayoría ha escuchado hablar del muy de moda y nuevo concepto de “relaciones tóxicas” que ahora utilizamos como excusa para alejarnos de personas que puede que estén necesitando a alguien que los acompañe y que les enseñe cómo se ama de verdad. Este concepto de “toxicidad” no es sano utilizarlo para referirnos a las personas y, mucho menos, utilizarlo en nombre del “amor a nosotros mismos”.
Es que hemos reflexionado acaso ¿cómo nos amó Jesús?, ¿Jesús se apartó de aquellos que estaban haciéndole daño o que hablaban de él a sus espaldas? No, él siempre permaneció fiel. Cuando nos encontramos con este tipo de amistades que no aportan para el crecimiento de nuestra persona o en el plan de vida de cara a Dios, tenemos que reconocer que no seremos héroes en sus caminos de conversión y que lo único que podemos hacer muchas veces es seguir amándolos, seguir acompañándolos y mantenernos cerca desde la oración. No nos alejamos, permanecemos fieles como Jesús. Esto nos permite actuar desde la caridad y la compasión, tal y como lo hizo Él, que no se alejó de los pecadores ni de aquellos que lo calumniaban, ellos eran quienes lo rechazaban y se hacían a un lado.
Jesús es siempre nuestra luz, él nos indica el camino. Lo más sincero que podemos hacer es orar y dejar todo en las manos del Padre. Recordemos que, cuando no sabemos qué hacer, hay que pedirle a Dios que nos dé su sabiduría para poder discernir y entender qué quiere Él en nuestras vidas.
¿Qué hacer para conservar a mis amigos?
Ya vemos que cultivar una amistad es todo un proceso de oración, discernimiento y de sinceridad y, más aún, cuando los queremos conservar en el amor de Dios. Por eso, vamos a compartirles 3 pasos precisos para cultivar mejor una amistad:
- Ser auténticos: Lo primero es lo primero. Si no nos mostramos como somos ante nuestros amigos, no podemos esperar que, cuando haya dificultades, nuestra amistad permanezca intacta, ya que faltar a la sinceridad es sembrar la desconfianza en el otro. Por eso, antes que nada, trabajemos en ser personas transparentes y auténticas.
- Aceptar al otro con sus limitaciones y virtudes, tal como nos aceptamos a nosotros mismos: Jesús dijo: “Amen al prójimo como a sí mismo”, pues, entonces, debemos empezar aceptándonos a nosotros para poder entender que un amigo no es perfecto, no va a estar siempre, tendrá limitaciones así como las tenemos nosotros.
- Ser compasivos y misericordiosos: Cuando reconocemos que todos hemos sido hechos del mismo barro, entonces, podremos tener compasión para perdonar los errores humanos y volver a empezar.
¡Ánimo! ¡Cultivar una amistad verdadera es toda una aventura que vale la pena vivir!
Autor: Ivonne Rodriguez
Que hermosa e interesante reflexión. Esa frase quien ha encontrado un amigo ha encontrado un tesoro, es tan cierta. Y actualmente me encuentro un poco triste, ya que he estado con pocas ganas de cultivar una amistad, pero este post me ayuda a entender que en todo momento necesitamos en quien apoyarnos y compartir momentos buenos y malos. ❤️
Ánimo Angie! Cuando nos rodeamos de verdaderos amigos podemos compartir no sólo las alegrías sino las luchas ????
He experimentado hace poco la ruptura de amistad con una persona que consideraba mi amiga… pero su individualidad me hirió porque considero que la reciprocidad y el esfuerzo de ambos lados es importante y hace a la construccion de una amistad. Pero ella no supo leer mi malestar y ni siquiera preguntar… fue duro. Hoy elijo alejarme para cuidarme (porque yo si me involucro demasiado), solo rezo por ella y sus intenciones… creo que la quiero desde alli…
Nunca había pensado detenidamente en el uso de la palabra “tóxica” refiriéndonos a una persona o relación, también la justificaba con mi amor propio, pero este artículo y su comparación con el amor de Jesús me ha cambiado el chip.
Amarnos es sano y está bien, pero no podemos olvidar que como cristianos el primer mandamiento es Amar a Dios y al prójimo… una cosa no debe excluir la otra. Debemos ser puentes! ????
Muy lindo artículo, la vida es de decisiónes y elegir las amistades correctas son parte de la vida, te aportan o te restan, te hacen crecer o te hunden. Mejor abrir los ojos, buscar bien y dar gracias a Dios cuando se encuentra un buen amigo porque son tesoros.
Totalmente así es Ana Yansy ???? muchas gracias!