
Hablar sobre establecer límites en las relaciones personales es cada vez más común: lo escuchamos en algún video, leemos algún artículo o es un objetivo para trabajar en terapia psicológica. Este creciente interés, a la par de otros temas relacionados a la salud mental, puede interpretarse desde diversas perspectivas. Una de las principales a considerar, es la búsqueda y mayor conciencia de la importancia que tiene el formar relaciones sanas. Para comprender mejor la importancia de los límites y cómo establecerlos, es necesario partir de un punto en común sobre el verdadero sentido de los límites.
¿Qué son los límites?
Los límites consisten en expresar la manera en que se espera ser tratado por la otra persona, sea por medio de sus conductas o palabras cuando estas llegan a ser hirientes o inadecuadas, física o emocionalmente. Todas las personas pueden aprender a establecerlos. No es una habilidad exclusiva para las personas de “carácter fuerte” también quienes son personas buenas o tranquilas pueden y es sano que aprendan a hacerlo.
Comprender los límites de esta manera, será de ayuda para poderlos implementar desde su verdadera función. Probablemente hemos escuchado la expresión “no te pases de la raya” o alguna otra que se refiera a tener cuidado de no sobrepasar cierto límite. Es por ejemplos como este que tal vez para algunas personas les sea difícil implementarlos o respetarlos, porque se les ha dado un valor más restrictivo, como un castigo (salvo un reforzamiento de conducta bien aplicado), peligro o una consecuencia negativa para quien cruza la línea que muchas veces no es realista suceda, lo cual no necesita ni es sano que sea así.
Establecer límites tiene la intención de un cuidado y de protección, pero no desde una reacción agresiva o que genere miedo.
¿Por qué es importante establecer límites en la familia?
Los límites son necesarios en la familia, primeramente, porque de ahí se aprenden las maneras en que buscaremos ser tratados fuera de casa en los demás entornos sociales en donde estemos. En segundo lugar, porque la convivencia diaria con las mismas personas durante diferentes momentos de la vida va requiriendo de nuevas formas de convivencia.
En ocasiones, con las personas con las que más cercanía y cariño se tiene, el grado de vulnerabilidad aumenta y en la inercia natural del trato se dan fricciones o conflictos, a veces sin intención, otras por un desborde emocional que no se reguló bien o cuando es una búsqueda voluntaria del conflicto como una manera de convivir.
En las familias, cada uno de sus integrantes es merecedor de respeto y aprecio por los demás, aunque los límites que se establezcan correspondan a la autoridad que se posee y a la relación entre los integrantes. Por ejemplo, a un niño de 8 años no le corresponde pedirle a sus padres que lo dejen hacer lo que él quiera o no obedecerles, porque la misma etapa de vida requiere de ser cuidado y criado por ellos. Al igual en el caso de los esposos, en el amor y respeto que se tienen, no sería sano llevar su relación donde uno sea el hijo y el otro el padre o madre, o el caso del hijo mayor de edad el cual necesita mayor libertad y soltar cada vez más el control de parte de los padres para que pueda responder a sus obligaciones y vivir de los beneficios de esta etapa de vida.
¿Cómo establecer límites?
Un primer tip a considerar al momento de establecer límites, es dirigirlos hacia lo que las personas hacen; es decir, su conducta, el tono de sus palabras, etc. más que hacia las personas mismas. Es importante que se converse sobre lo que ocurrió y se tome en cuenta la perspectiva y el sentir de ambas personas y NO señalar directamente a la persona, pues puede causar que se ponga a la defensiva al sentirse señalado o atacado y se responda de formas más reactivas como elevar el tono de la voz, negar lo sucedido o restarle importancia o desvalorar la percepción de quien se sintió agredido.
Como en todo, hay excepciones y casos particulares donde entran diversas variables que pueden desencadenar este tipo de actitudes o comportamientos ante el conflicto, como las diferencias en la forma de ser, en el temperamento, la forma de pensar, el cómo está estructurada la familia, entre otros. Sin embargo, es un primer paso por el que se puede intentar avanzar para solucionarlo de una forma asertiva, a la vez que se evitan generalizaciones u otros errores en el pensamiento y así se aborda el problema desde otro ángulo.
Algunos ejemplos de cómo practicar los límites son:
- “¿Puedes bajar la voz por favor?, aquí estoy, no es necesario que grites” (en el caso de una discusión).
- “Aprecio que te preocupes por mí, necesito tomar esta decisión por mí mismo, agradeceré si puedes respetarla”.
- “Respeto que pienses de esta manera, pero no estoy de acuerdo con que te expreses de esta forma conmigo”.
- “Estamos pensando de diferente manera sobre esta situación, no es personal contra ti”
Establecer límites, por sí mismo, no tiene el fin de poner muros entre las personas o dividir familias, como tal vez podría pensarse cuando se quiere poner distancia de todo aquello que causa daño o asusta. Es un ejercicio que requiere la voluntad de querer comprender al otro.
Ante una situación de conflicto o desacuerdo, son oportunidades para poder estar en el mismo canal sobre lo que está pasando. De una forma simbólica, es el intento de entrar al mundo del otro; ¿por qué hace tales cosas?, ¿por qué piensa de esta manera?, ¿qué le provoca reaccionar de esta forma?, etc. Es aquí, que cuando se han hecho los intentos o no se corresponde en el mismo esfuerzo por lograrlo, que resulta sano plantearse si ciertas relaciones se mantienen o cambia la forma de llevarlas, sea en su fondo, con la intimidad o frecuencia con que se mantiene, o en su forma, tomando caminos separados o donde algún elemento del entorno que rodea a las personas cambia. Por ejemplo, cuando la separación, independizarse de los padres, asumir nuevos roles o responsabilidades son una manera a veces necesaria de reconstruir un entorno más sano, así como un equilibrio personal y familiar.
Es importante mencionar, que cuando se llega a situaciones como esta, será un proceso más llevadero cuando se han dejado rencores de lado y se ha logrado perdonar cuando han existido conflictos fuertes o duraderos que han desgastado las relaciones. Retomar el camino con la libertad de llevar el corazón sin resentimientos siempre será una mejor opción.
Aceptar cuáles son tus límites y que los demás los respeten es uno de los mayores gestos de amor propio y que los demás pueden tener contigo
Daniel Moreno @psic.danielmoreno