
Hoy en día no escuchamos mucho la palabra “perdón”, parece que ha ido desapareciendo de nuestro diario vivir y al contrario, la hemos reemplazado por la venganza. El perdón nos parece complejo y en cierto sentido, humillante, pero es un regalo que Dios nos hace para vivir una experiencia de paz. Para comprender mejor de qué va el tema, comencemos por definir a qué nos referimos cuando hablamos del perdón.
¿Qué significa perdonar?
Perdonar es, como ya lo mencionamos, una experiencia de paz y comprensión, que comienza por reconocer que lo que nos haya podido suceder mal en el pasado no va a arruinar nuestro presente, al contrario, es una oportunidad de crecimiento. Al perdonar, no solo entramos en un momento de tranquilidad sino que nos permitimos liberarnos del pasado que nos ata y caminar hacia un futuro abrazando el perdón como un estilo de vida.
¿Cómo? ¿Un estilo de vida el perdón? Pues sí, cuando escuchamos esa frase nos puede parecer un poco extraño decir que un acto como lo es perdonar a alguien (o a nosotros mismos) pase a ser un estilo de vida, por eso es necesario primero mencionar que para hacerlo, debemos haber hecho un proceso de reflexión o introspección que nos conlleve a desear otorgar el perdón a alguien que nos haya ofendido. Esto claro está, no es fácil y no debemos dejarnos llevar por comentarios que nos ataquen o juzguen por no poder dar un perdón en un momento determinado. Sí, es sano y muy liberador perdonar, pero eso se logra luego de haber dado los pasos correctos, es un proceso que se va tejiendo poco a poco. No nos juzguemos a nosotros mismos exigiéndonos algo que aún no estamos listos para hacer ni juzguemos a otra persona por no haber emprendido este proceso, cada uno tiene un ritmo diferente y va a su paso.
Segundo, luego de haber hecho ese proceso de reflexión conviene entonces discernir de qué manera o cuándo otorgaremos el perdón a la persona involucrada, sólo luego de experimentar ese sentimiento de paz que genera, es cuando podremos darnos cuenta del gran peso que se libera de nuestro ser. Es cuando empezaremos a vivir menos atados a este mundo y a sus cadenas de resentimientos, odios y deseos de venganzas para abrir paso al proceso de sanación; perdonar se convertirá en un estilo de vida que nos hará vivir más libres, más ligeros, sin tantas cargas.
Ahora, el perdón no solo nos abre paso hacia la libertad sino que nos otorga un serie innumerable de beneficios, acá hemos hecho una lista de algunos:
- Mejora en nuestra salud física al reducir la presión arterial
- Mejora la salud cardiovascular
- Reduce el estrés y la ansiedad
- Fortalece el sistema inmunitario
- Mejora nuestra salud mental con menos sentimientos de depresión
- Mejora nuestra autoestima
- Vínculos más sanos con los demás
- Equilibrio emocional
- Un espíritu tranquilo, en paz…
¿Por qué nos cuesta perdonar?
Hagámonos esta pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que perdonamos a alguien? Quizás, aún no lo hemos hecho y conozcamos a una persona a la que debemos perdonar pero no hayamos dado el paso.
Como mencionamos al principio, perdonar es un proceso porque no es fácil hacerlo, el hecho de que alguien nos ofendiera, traicionara e hiriera, hace que haya una herida en nuestro interior que antes no estaba y duele. Si esta herida fue generada por alguien a quien queríamos demasiado, será más difícil el proceso porque tendemos a guardar resentimiento con mayor facilidad, cayendo en el círculo vicioso de recordar una y otra vez lo sucedido y “re-sentir” lo que nos hizo daño. No nos exijamos entonces porque esa herida no va a sanar de la noche a la mañana, pero atención: tampoco dejemos que pase toda una vida sin por lo menos intentarlo.
Muchas personas no perdonan porque creen que deben olvidar y hacer como si nada hubiese pasado o creen que deben reconciliarse con el ofensor y no es así. Perdonar no quiere decir que olvidaremos lo sucedido ni que debamos reconciliarnos con quien nos ofendió, podemos perdonar y dejar ir desde nuestro interior. Si entendiéramos que perdonar es lo que necesitamos para nuestra propia sanación entonces se haría más fácil o costaría menos hacerlo. Al final, perdonar es un acto de amor a Dios, al prójimo y a nosotros mismos, teniendo presente que al soltar ese peso obtendremos más paz. Aunque haya personas a las que se les hace más sencillo, sin duda alguna todos podemos aprender si nos lo proponemos.
5 Pasos para perdonar
Por último, sintetizamos en cinco breves pasos todo lo que puede conllevar este proceso del perdón:
- Pedir la gracia al Espíritu Santo: recordemos que él sabe lo que necesitamos antes de pedírselo, no dudemos de su acción y su gracia en nuestras vidas para iniciar este proceso interior.
- Reconocernos perdonados por Dios: al entender que Dios es el primero que no se cansa de perdonarnos, que nos tiene paciencia por más que hayamos fallado, podremos quizás ir dimensionando ese perdón cristiano que explicó Jesús a Pedro cuando le preguntó cuántas veces debía perdonar: “no te digo hasta siete veces, sino setenta veces siete” (Mateo 18, 22).
- Hacer una introspección: reconocer y aceptar las emociones que se suscitaron por ser ofendidos, indagar en lo que necesita ser sanado, ¿a quiénes tengo que perdonar? ¿a quiénes he ofendido? ¿con qué acción le pediré o brindaré el perdón? hacer el esfuerzo de dejar atrás.
- Reconocer nuestros puntos buenos y los de los demás: luchar por vencer el ego y el orgullo que nos puede encerrar en una burbuja de fragilidad, de victimismo y ensimismarnos aún más, no dejándonos ver las acciones buenas de las demás personas y alejándonos de toda experiencia sanadora y edificante.
- Elegir perdonar: discerniendo el momento, lugar y palabras apropiadas, dejando libre de ataduras en nuestra conciencia a quien nos haya hecho daño. Mateo 6, 12: “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
Por último, perdonar nunca debe ser un sentimiento sino una decisión ¡Atrevámonos a soltar las cargas y abrazar la paz! Jesús espera por cada uno de nosotros.
- Ivonne.
Que hermoso como nos habla Dios a través de ustedes.
Que bello artículo quelidos! Gracias por pensar en nosotros cuando escriben sus Blogs. Dios los bendiga, bendiga sus vidas, su hogar y a Sofi, que por cierto está cada día más chonchita y preciosa.