3 tips para construir mejores hábitos

El ritmo de vida de los tiempos modernos ha generado aspectos positivos que en tiempos anteriores no se tenían oportunidad de vivir. Especialmente si se observa el avance en las tecnologías digitales que permiten acercarnos aún a miles de kilómetros a través de una videollamada, mirar un paisaje o un momento importante en la vida de algún amigo o familiar en sus stories de Instagram, comprar casi cualquier producto que queramos o ver la serie de moda en el sistema de streaming favorito.
Sin omitir ventajas como estas que el tiempo moderno nos regala, es importante reconocer la forma en que ha influido negativamente en la forma de vivir. En sus principales frutos se muestran la mentalidad de inmediatez o comodidad y ante muchas cosas que transmiten la idea de esperar, esfuerzo o incertidumbre, se rechazan. Originando con esto una visión de vida donde se opta por lo agradable o satisfactorio aun cuando encamina a situaciones o circunstancias que nos hacen daño. Esta puerta se abre por medio de los malos hábitos que conducen a los vicios.
Ciertamente no todos los malos hábitos, en primera instancia, afectan de la misma manera o son igual de graves. Pero el problema principal pasa por consentirlos y permitir que hagan raíz en nuestra vida, causando que nos sea más difícil salir de ellos, que se debilite la voluntad y estando más expuestos a caer en vicios más graves.
La clave principal con la cual se puede dar un giro a la forma de comprender y cambiar los malos hábitos pasa por enfocarse no tanto en el mal a evitar, sino en el bien que se puede alcanzar. Dios ha escrito en el corazón humano la búsqueda del bien que lo acerque a vivir la felicidad mayor y saborear la plenitud a la que está llamado desde esta vida.
La frase: “lo bueno cuesta trabajo, toma tiempo” y otras similares, reflejan esta verdad del aprecio por el bien y para alcanzarlo, requiere de esfuerzo físico, mental e incluso el espiritual sostenido con ayuda de Dios.
Considerando lo anterior, ¿qué se puede hacer para construir mejores hábitos?
Los siguientes tips pueden ser de mucha ayuda a este propósito:
1.- Fortalecer la voluntad
La voluntad es una facultad que Dios le ha dado al hombre para encaminar su vida con libertad. A nivel psicológico cuando se plantean propósitos, se pasa por un periodo de adaptación o se toman decisiones, el punto de partida comienza por el querer. Se quiere un auto, una pareja, un teléfono, irse de vacaciones, etc., directa o indirectamente se reconoce lo favorable o bueno que es algo cuando se elige, pero para cambiar los malos hábitos además del querer, es necesario empezar a hacer las cosas y mantener la constancia.
De la misma manera que malos hábitos se van formando con el tiempo, pero con la diferencia que estos se forman sin esfuerzo o dedicación, los buenos hábitos también requieren del tiempo para formarse y fijarse en la rutina y estilo de vida.
Otro paso para empezar este camino de fortalecimiento es reconocer los puntos débiles que puedan causar que los malos hábitos permanezcan. Cada persona es específica en su personalidad, rutinas o actividades, tiene “su piedra en el zapato”.
Para cambiar un mal hábito es necesario ser consciente que existe, tener motivos verdaderos y rectos del porqué cambiarlo y si se necesita ayuda, no dudar en pedirla con las personas que se les tenga más confianza o sean más cercanas. No para que sean cómplices de abandonar el proceso del buen hábito, sino para que con su apoyo y compromiso que se hace por el bien propio, sostenerse en ellas para perseverar.
La perseverancia se alcanza con ayuda de Dios, dando fuerzas más allá de las propias y transformando para bien la vida en cada progreso que se alcanza.
2.- Reconocer el bien que se puede alcanzar
Generalmente la forma en que desde pequeños se aprende a practicar los valores, relacionarnos con los otros o seguir reglas suele empezar desde evitar un mal, daño o peligro. Ejemplo de esto son los señalamientos de tránsito en el color rojo que significan restricción o prohibición que por sí mismo no es negativo, al contrario, pero es importante mirar el panorama completo en lo que hay detrás de esa restricción y en el fondo lo que se busca transmitir es ejercitar la libertad para optar por el bien propio y común al evitar un accidente como chocar, atropellar a alguien, etc.
De manera similar cuando se forman los malos hábitos, normalmente la forma en que se busca corregir empieza con una lista de NOs anterior a la acción que se quiere evitar, pero ¿qué pasaría si en lugar de centrarse en lo que no se haga, se promoviera más directamente el bien que se puede hacer con la decisión o acción?
Al hacer una lista de los malos hábitos de los que se quiere salir, sería un muy buen ejercicio mental pensar antes, en el bien que se puede alcanzar si se toma la acción positiva que lleve a formar un buen hábito. Por ejemplo, en el ámbito de la impuntualidad, se puede pensar: por consideración al tiempo de la otra persona y al propio, se toma el tiempo adecuado para alistarse y salir con tiempo suficiente al encuentro. Con desvelarse, al dormir temprano (a menos que alguna situación muy importante lo requiera) se tiene un mejor descanso para que física, mental y emocionalmente poder hacer y vivir mejor el día siguiente.
3.- Orientar la vida sobre las virtudes
Por el mismo origen de la palabra virtud, del latín, virtus, en la cultura romana se entendía desde el valor de la fuerza física masculina (Vir). La fuerza que se encuentra en el significado de la palabra virtud, no se refiere solamente al aspecto del cuerpo o una habilidad física sino también de una disposición interior; de corazón, de la voluntad, de los pensamientos y sentimientos.
Al respecto de las virtudes, el Catecismo de la Iglesia Católica dice en el numeral 1803: La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas.
En esta disposición habitual a hacer el bien, es importante visualizarla en las siguientes categorías:
- Humanas: En estas se perfecciona el entendimiento y la voluntad que regulan los actos, ordenan las pasiones y guían la conducta según la razón y la fe.
- Cardinales: Funcionan como brújula y donde se engloban las virtudes humanas. Estas son la prudencia, justicia, fortaleza y templanza
- Teologales: La fe, esperanza y caridad (amor) son dadas por Dios al alma para que cada persona pueda ser capaz de ordenar su vida hacia el bien y la felicidad que viene de Dios. Son la garantía y presencia de la acción del Espíritu Santo en el actuar y vivir del ser humano.
Es aquí donde radica la importancia de los buenos hábitos, acercan más a llevar una vida basada en las virtudes, no solo por el mérito o esfuerzo de la voluntad, sino que también Dios regala las ayudas necesarias para encaminar la vida hacia el bien mayor y la felicidad a la cual llama a sus hijos.
Para profundizar más en el conocimiento de las virtudes, se encuentra en los numerales 1804-1829 del Catecismo de la Iglesia católica.
Como todo proceso, además de tiempo y constancia es importante no perder la paciencia consigo mismo. Se pueden tener objetivos muy buenos pero es necesario adaptarlos a la realidad de vida de cada persona. El mismo ritmo de inmediatez que se vive hoy lleva a querer obtener resultados rápidos, pero el proceso de mejorar hábitos no está exento de caídas o fallos. Recordar esto ayuda a crecer en humildad para pedir ayuda y anhelar con más fuerza y amor el bien verdadero que satisface al corazón.
- Daniel Moreno / @psic.danielmoreno
Excelente artículo, muy bien estructurado y sobretodo un gran tema. Gracias Daniel!