
La resiliencia es una palabra que quizás hasta el día de hoy pocas personas conocen su significado, tal vez alguno de nosotros la haya leído o escuchado en algunas cuentas de psicología o de crecimiento personal, pero, para la mayoría, sigue siendo desconocida, aún cuando muchos de ellos hayan echado mano de esta capacidad en algún suceso doloroso de sus vidas.
¿Qué es la resiliencia?
Empecemos por definir, entonces, la resiliencia es la capacidad del ser humano para adaptarse o sobreponerse de los períodos de dolor emocional o a las situaciones adversas. Podría decirse que es un conjunto de pensamientos y conductas que pueden ser aprendidas y desarrolladas por las personas luego de atravesar una crisis, sí, repetimos y resaltamos, puede aprenderse y desarrollarse.
El poder caminar con alguien contribuye al fortalecimiento de la resiliencia, el apoyo emocional y espiritual que recibimos en los momentos difíciles, o ¿a quién no le ha caído bien una palabra de esperanza en momentos así? O ¿quién no agradece a esa persona que se queda a nuestro lado, aunque sea en silencio, haciéndonos saber que no estamos solos? Sí, podemos contar con personas valiosas que nos acompañan, pero no siempre será así, porque a veces los demás pueden creer que preferimos estar solos, por eso es importante aprender que pedir ayuda no está mal, que también podemos necesitar de alguien, que podremos dar algunos pasos solos, pero somos seres sociales y, por ende, necesitamos de los demás. El buscar ese apoyo, esa ayuda en alguien más, es un elemento clave en la resiliencia.
¿En qué situaciones puedo ser resiliente?
Algunos puede que piensen que simplemente no fueron beneficiados con esta capacidad, como se dice popularmente “cuando Dios repartió X o Y talento yo llegué tarde” … Nada más alejado de la realidad que esto. Lo cierto es que la resiliencia es una estrategia de afrontamiento que nos permite ponernos de pie aún cuando la tempestad arrecia más fuerte.
Sabemos que puede ser difícil asimilar esas situaciones que nos ponen cuesta arriba, podemos querer buscar un “por qué” a lo que nos ha sucedido, pero con la ayuda adecuada podemos hacer un proceso y aprender, no es sencillo, no será de un día ni un mes para otro, lo importante es no darse por vencidos y más que buscar el por qué, buscar el “para qué”. Eso le podrá dar sentido y cambiar nuestra perspectiva.
Cuando terminamos una relación, cuando perdemos a un ser querido, cuando perdemos un empleo o no encontramos uno, cuando atravesamos una enfermedad, cuando pensamos que hemos fracasado o que nos hemos estancado en la vida, en todos esos momentos y en muchos otros podemos aprender a ser resilientes. Aquí compartimos algunas estrategias que nos pueden ayudar.
5 estrategias para desarrollar la resiliencia
- Cultivar relaciones sanas: ya hemos dicho que tener un apoyo emocional es importante, entonces para poder apoyarnos en alguien de confianza debemos aprender a fortalecer y a trabajar en nuestras relaciones de amistad, familia, pareja. No sabemos en qué momento los podemos necesitar o ellos pueden necesitar de nosotros, no queremos estar disgustados con alguien a quien amamos en un momento difícil. ¿Cómo están mis relaciones con los otros ahora?
- Validar nuestras emociones y aceptar nuestra vulnerabilidad: este es un punto importante. Es cierto que tenemos el potencial para poder levantarnos y salir adelante, pero lo primero es que sepamos de dónde tenemos que salir, qué significado ha tenido en nuestras vidas ese acontecimiento tan desagradable o doloroso. Una vez que aceptemos nuestra propia vulnerabilidad con todas las emociones que hemos experimentado entonces podemos tomar otro rumbo. En síntesis, no apresurarnos ni auto exigirnos a levantarnos cuando aún no podemos. ¿Cuáles son mis emociones en estos momentos?
- Redireccionar nuestro narrador interno: en los momentos más críticos nuestra mente suele llenarse de miedo, ansiedad y angustia por lo que nuestros pensamientos suelen ir todos en vía de aumentar el estrés y exagerar un poco la situación. Si ya hemos dado el espacio para aceptar y acoger nuestras emociones entonces es el momento para detenernos y cambiar la dirección de nuestros pensamientos. Es el momento de tomar el control y creer que “¡sí podemos!”, tomar el papel protagónico que nos corresponde y ponerse en acción. ¿Qué nos dice nuestro narrador interno?
- Estar conscientes del momento presente: poner la mente en el “aquí y el ahora”, es poder ir dándose cuenta de cuáles son esos pensamientos y comportamientos automáticos que nos invaden en las dificultades, es poder detectar cuál es nuestro diálogo interno. Es centrarnos, enfocarnos en lo que está sucediendo ahora, puede que nos hayamos estancado en una adversidad de la niñez, pero atención, ya no somos niños. ¿Dónde está nuestra mente ahora mismo?
- Visualizar las oportunidades de cambio: mientras estemos en medio de la tormenta no vamos a ver un para qué claro de ella, pero podemos constatar que luego de que los sucesos desagradables hayan pasado en nuestra vida veremos con más claridad los otros horizontes que antes no veíamos y podremos resignificar nuestra vida.
Hay quizás otras estrategias o recomendaciones para ir desarrollando la resiliencia, pero no podemos dejar por fuera la más importante y por eso te lo anotamos acá: pedir la gracia al Espíritu Santo. Desde siglos y siglos tantos hombres y mujeres de bien, como los santos, supieron salir adelante en crisis verdaderamente hostiles (guerras, hambrunas, persecuciones, genocidios y demás) y en medio de todo confiaron en Dios, su refugio y auxilio fue el Señor, como lo dice el Salmo 121, entonces no temamos pedir siempre la fuerza para poder levantarnos e incluso para levantar a otros.
-Ivonne Cumbrera