
A nivel individual hemos podido tener la gracia y la dicha de ir poco a poco conquistando retos en nuestras vidas, desde tener una profesión, viajar a otros países solos, enfrentar problemas de salud, desarrollarnos en un puesto de trabajo y muchos retos más que se nos han puesto en el camino; pero cuando nos han preguntado: ¿qué ha sido lo más retador que han hecho en sus vidas? sin dudarlo nuestra respuesta es: ¡casarnos!
Y no nos malinterpreten, a la vez ha sido lo más hermoso que hemos hecho en nuestra vida, pero somos sinceros en afirmar que sin duda alguna ha sido también lo más retador.
Que fascinante es observar matrimonios que llevan treinta, cuarenta, cincuenta o más años de casados, cuántos retos en su convivencia conyugal han tenido que enfrentar y cuántas cosas más que superar. Puede causar admiración, sorpresa e incluso intriga tratar de entender cómo lograron llegar hasta donde están. ¿Será que existe una receta mágica para lograrlo?, ¿Cuál es el secreto de estos matrimonios qué han convivido durante tanto tiempo? ¿Qué podemos imitar aquellos quienes empezamos la vida conyugal?
Como matrimonio joven, queremos compartirles cuáles han sido dos de los mayores retos que cada uno ha tenido que enfrentar.
Para iniciar una de las cosas que más ha sido difícil para mí (Meli) es el ser consciente de que ya no soy solo yo, sino que ahora somos 2 siendo 1. Esto ha sido todo un misterio que se ha ido revelando poco a poco.
Y no es que antes fuera una persona egoísta y que no pensará en mis papás, hermanos, amigos o seres queridos, no es eso, sino que estaba muy acostumbrada a tomar decisiones sola, a asumir las consecuencias de esas elecciones, a ir a mi ritmo, etc. Pero cuando te casas, ya no puedes pensar solo en tí, debes aprender a ceder y a negociar decisiones, aprender que no solo tu opinión es la que cuenta; y pensar en que lo que haces o dejas de hacer tiene repercusiones sobre el otro.
Cabe resaltar que la individualidad no se pierde en el matrimonio, esto no se puede permitir, pero si debemos de tener claro que en la mayoría de los temas del hogar y la familia, ambos somos partícipes de las acciones que se decidan realizar.
Otra de las cosas que ha sido un reto, es una de las promesas que se hace en el altar: EL RESPETO.
Y no mal interpreten, no es que le falto el respeto a mi esposo de formas verbales o físicas, sino que esta promesa implica poner en práctica muchas virtudes que en la convivencia diaria son un reto.
Involucra la tolerancia, prudencia, mansedumbre. Desde casos tan sencillos como cuando pienso que en determinada acción yo hubiera hecho las cosas diferentes, debo respetar su autonomía y no juzgar su método solo porque yo lo hubiese hecho distinto.
En la convivencia diaria hasta la más mínima situación puede tentar causar cualquier falta de respeto.
Ahora me toca a mi (Joss). Dos cosas que han sido realmente un reto para mi en nuestra convivencia. En primer lugar diría que entender la forma tan diferente en que ambos aprendimos los quehaceres del hogar. Yo siempre he sido una persona libre, ligeramente despreocupada y sumamente tranquila con estas cosas sin ser tampoco descuidado; sin embargo, adaptarme a la forma en que mi esposa hace o necesita que haga las cosas me ha resultado difícil. Por ejemplo, algo que para ella puede llegar a ser desagradable o que simplemente no se puede hacer, algunas veces para mi no lo es. Esto es algo que me ha costado entender, en donde acoplarme y respetar su forma de realizar los quehaceres ha sido un gran reto. He tenido que aprender a ceder y a hacerlo con amor, aunque no esté de acuerdo en su forma de pensar. De eso se trata la convivencia sana, dejar de pensar en el yo (ego), y pensar más en el nosotros.
Por otro lado, algo que también ha sido difícil para mí manejar son nuestras diferencias de carácter, que si bien es algo que ya conocía desde el noviazgo, en el matrimonio sobresale más. Como les decía anteriormente, soy un hombre tranquilo, paciente, sereno y llevadero ante cualquier situación; sin embargo, mi esposa es una persona de un carácter más pasional y explosivo. Cuando uno convive con una persona que es tan diferente a ti se vuelve realmente un reto la convivencia. No obstante, de eso se trata el amor y el matrimonio, nadie dijo que sería fácil. Cuanto más se dediquen en abrazar las diferencias y convertirlas en herramientas de crecimiento mutuo, más fácil será el reto de convivir sanamente. Poco a poco descubrirán qué son capaces de sobrellevar cada situación, y a su vez, se darán cuenta de cuánto han crecido y avanzado con el paso del tiempo.
Como ven la convivencia conyugal es todo un reto, pero como todos los retos que existen en la vida, está cargada de mucha satisfacción y alegría cuando se hace con amor. Nos abre el camino hacia la santidad, y nos hace mejores personas al ir modificando esas cosas que quizás no nos edifican.
Tampoco diremos que se logra dominar la convivencia a la perfección, muchas veces nuestro estado de ánimo, el estrés y muchas otras cosas más nos afectan y pueden provocar que cometamos equivocaciones en el día a día. Es un proceso que lleva tiempo, en cada etapa matrimonial se encontrarán diferentes retos (nosotros estamos empezando apenas) pero conforme nos esforcemos, iremos asentando las bases para enfrentar los retos futuros. Les animamos a perseverar.
Joss y Meli
@eltallerdesanjose.cr