
Puede que leamos el título de este artículo y de una vez pensemos “esto no es para mí”, pero los invitamos a que se den la oportunidad de poder comprender qué encierra en sí el círculo de la violencia y podamos descubrir señales de alerta en personas que quizás muy cerca nuestro están en una relación así.
¿Por qué en mi noviazgo existe violencia?
Primero que nada, el noviazgo es una etapa en donde la pareja aprende a relacionarse, se conocen, se interesan el uno por el otro, y surgen sentimientos y acciones de cuidado, protección y respeto por esa persona que queremos. Es cierto que todas las parejas tienen dificultades o problemas, pero no todas saben resolverlos de manera que el respeto prevalezca a la hora de tener diferencias.
Teniendo esto presente, la violencia en el noviazgo va a existir cuando una de las partes quiere controlar o dominar a la otra pareja. Esto se puede dar por diversas razones entre ellas, porque no pusimos límites, que son esenciales al momento de iniciar el noviazgo; porque no somos asertivos al comunicarnos, no supimos decir “No”; porque pensamos que nuestra valía es de poca importancia, signos de una autoestima baja o depresión; tener patrones de crianza en los que también se vivió violencia; entre otras muchas razones.
Lo importante de esto es que, aun cuando se hayan vivido situaciones violentas, se está a tiempo de buscar y pedir ayuda, tomar medidas de seguridad y salir adelante. Para eso, daremos unas recomendaciones más adelante.
Impacto de la violencia en mi relación
Vivir en una relación con violencia es uno de los mayores signos de desvalorización personal y, como tal, sería vivir en una relación tóxica, porque daña, lastima y duele.
El círculo de la violencia tiene tres fases y, por lo general, empieza con:
- Acumulación de la tensión: Se puede empezar con burlas, ofensas sobre lo que se hace o dice, hay gritos, amenazas, chantajes.
- Explosión violenta: llega el momento de la agresión sin importar si se han hecho acciones para evitar el enojo de la otra persona.
- Reconciliación o “luna de miel”: el agresor pide perdón, hace promesas de que no volverá a actuar de esa manera, se cree que ha cambiado y se vuelve a confiar. Empieza otra vez el círculo…
Es imposible negar que la violencia tendrá un impacto muy alto en las personas que pasan por esta situación; por ello, agrupamos en tres categorías esas secuelas.
- En las emociones: Tristeza, soledad, ansiedad, depresión, decepción, frustración.
- En los pensamientos: “No valgo nada”, “soy despreciable”, “lo merezco”, “soy cobarde”, “Dios me abandonó, me está castigando”, “no quisiera vivir” …
- En el comportamiento: Descuidar el sueño y la alimentación, perder el interés por lo que antes les gustaba, empezar a realizar conductas no sanas como consumo de alcohol o drogas y conductas antisociales.
¿Cómo eliminar la violencia o salir de la relación?
Antes de brindar algunas recomendaciones de cómo salir de una relación violenta, cabe mencionar que existen diferentes maneras de ser víctimas de violencia. La más grave es la violencia física, pero hay otros tipos de violencia en una relación. Entre ellos, puede haber violencia verbal, el cual incluiría los gritos, ofensas, maldiciones, humillaciones y todo el contenido verbal violento. Está la violencia psicológica, la cual no necesariamente es ofensiva o agresiva, pero causa malestar emocional como los celos, el manipular, la generación de miedo, el poder controlar al otro, revisar sus cuentas o correos, amenazar con suicidarse o hacerse daño, comparaciones, ignorar, etc. La violencia sexual, la cual no solo se refiere a si existe o no penetración, sino todo tipo de fuerza o coacción que ejerce el agresor por mantener un contacto sexual tales como exposición a material pornográfico, exhibicionismo, etc. Y la violencia patrimonial, al retener o usurpar los bienes de otros, sobre todo aquellos que tienen un valor sentimental. Estas últimas pueden empezar de manera muy sutil y desapercibida que se pueden ir agravando con el paso del tiempo.
Finalmente, si identificas a alguien que viva en esta situación, no busquemos culpar, o por el contrario, justificar a la pareja. El problema es de la persona violenta y no es provocado por lo que se hace o deja de hacer. Dejaremos cinco pasos que pueden ser de gran ayuda para salir de una relación violenta, porque ¡sí! hay que salir o cambiar, es parte de nuestro autocuidado.
- Conocer lo que significa establecer relaciones sanas que involucren comunicación, límites, respeto y confianza.
- Contar lo que se está viviendo a una persona de confianza y que pueda ayudar (mamá, abuela, amiga, orientadora, guía espiritual).
- Buscar ayuda con un profesional especializado en estos casos. Si es de tipo psicológico, trabajar en desarrollo de la autoestima, resolución de conflictos, etc.
- Comprender que, por más que intentemos cambiar a la otra persona, si él/ella no busca ayuda nada cambiará.
- No temer al qué dirán los demás, es tu salud física, mental y espiritual la que puede estar en riesgo, recordemos que cada vida es valiosa.
Ivonne Rodriguez