Infertilidad, nuestro testimonio

Este artículo es muy diferente a los otros que hemos escrito, hoy les vamos a abrir el corazón de nuestra familia, compartiéndoles una parte de nuestro testimonio.

Si estás pasando por la misma situación que nosotros atravesamos, te enviamos un enorme abrazo y esperamos que estas líneas te puedan ayudar.

En 2019 siendo novios, mientras servimos en “Días en las Diócesis” (actividad previa a la Jornada Mundial de la Juventud) tuve una cita en el ginecólogo, ya que por mucho tiempo presentaba un ciclo menstrual bastante complicado (no entraremos en detalles para que ninguna mujer compare sus síntomas con los míos, siempre lo mejor es ir al médico).

En esa consulta médica el doctor me dio un diagnóstico y me indicó que mi condición implicaba un grado de infertilidad.

En ese momento sentí un gran dolor y tristeza, ya que siempre había anhelado ser mamá, de novios siempre soñamos con tener una familia muy grande, muchos hijos, tantos como un equipo de fútbol completo si fuera posible, así que darle la noticia a Jouset, era muy doloroso para mí y sabía que iba a serlo para él también.

Llegué al lugar donde les mencioné que estábamos sirviendo y cuando nos desocupamos un poco le dije que tenía que hablar con él.

Estábamos sentados en una cancha de básquetbol y le di la noticia, no olvido sus palabras, me dijo: “tranquila todo va a estar bien, no te preocupes, nos amamos y yo te amo con todo lo que sos, lo que tienes y lo que no tienes, Dios está con nosotros”.

Esos días nos dedicamos a servir dejando el tema de lado, una vez terminado el servicio empecé a tomar un tratamiento que fue muy fuerte para mi cuerpo y en ese lapso, sin darme cuenta, empecé a caer en depresión. Lloraba todas las noches y por el día hacía mis actividades cotidianas con normalidad. Así pasaron varias semanas hasta que me percaté de que ese llanto no era normal, así que fuí a la psicóloga.

Efectivamente me confirmó que tenía depresión y que debía llevar un proceso de duelo.

Cuando te dan una noticia así pasas por las mismas etapas que cuando pierdes a un ser querido y requiere de atención. No solo yo necesitaba la atención psicológica, sino que era importante que Jouset tuviera también algunas sesiones, ya que en nosotros estaba ya la idea de casarnos y era un tema fundamental.

Durante estas sesiones pude desahogarme y sacar todo el dolor que esta noticia causó en mí, también se me dieron herramientas para poder enfrentar situaciones diarias que activaban mi dolor, ya que todo lo que estaba a mi alrededor me hacía cuestionar y criticar duramente la voluntad de Dios. 

Me era muy dificil ver mujeres embarazadas en la calle, ver familias en condición de calle con muchos niños y embarazados una vez más, leer y escuchar noticias de abortos,  un sin fin de casos en los que yo solo preguntaba: ¿por qué ellas sí pueden quedar embarazadas no deseándolo y yo que sí lo deseo, no podré?

Debo admitir que me dirigía a Dios con tono de reclamo y que me molestaba con Él muchas veces al día. Por su parte solo había silencio. No tenía ninguna respuesta y eso hacía que mi dolor fuera mayor, ya que yo quería una respuesta. Deseaba que me diera una explicación detallada y que me dijera qué hice o por qué tenía esto para mí. No solo estaba viviendo una esterilidad física sino también una esterilidad espiritual.

Seguí asistiendo a las sesiones de psicología y poco a poco mi panorama fue cambiando, la primera vez que eso sucedió, fue cuando mi psicóloga me hizo ver una realidad que yo no había contemplado; me dijo, que si yo quería ser mamá, podía serlo, ya que lo que no podía era estar embarazada, pero que mamá sí podía serlo y me mandó esa semana a meditar en ello.

Pasaron las semanas y aunque me iba sintiendo mejor por la terapia, seguía haciéndole las mismas preguntas a Dios y su silencio era el mismo. Hasta que en una mañana volví a hacer la misma pregunta de todos los días: ¿por qué a mí? Pero, para mi sorpresa, ahora sí recibí respuesta, o más bien, una pregunta por respuesta. 

Su respuesta fue: ¿y por qué no? 

No les puedo expresar con palabras lo que sentí a esa respuesta, no era para nada la respuesta que esperaba, pero fue la respuesta más maravillosa que pude recibir. 

En ese momento caí en cuenta de lo siguiente: ¿quién era yo para exigirle a Dios un don como ese? ¿Qué tenía yo de diferente a los demás para pedirlo? Y un sin fin de pensamientos más.

En ese momento recibí con una pregunta todas las respuestas que buscaba, recibí paz, amor y muchísima alegría después de muchos meses de llanto. Pero sobre todo recibí mucha fortaleza y fe para hacerle frente a la situación.

Seguimos avanzando en la terapia, juntos tomamos la decisión de que nuestros planes de casarnos seguían en pie. Aprendimos cómo comunicar nuestra situación a nuestros seres queridos cuando fuera el momento, cómo lidiar con los comentarios de las personas y muchísimas cosas más.

Pasó el tiempo, nos comprometimos en septiembre del 2020 y comenzamos a formarnos más fuertemente en los temas que sentíamos que debíamos mejorar para dar el gran Sí, así fue como llegamos al tema de los métodos de planificación natural. Y quizás se preguntarán ¿por qué hacen planificación familiar, si tienen un diagnóstico de infertilidad? Pues bueno, los métodos naturales no solo sirven para aplazar o buscar el embarazo, sirven también para monitorear la salud reproductiva femenina y esto ha sido muy revelador para nosotros, pues nos ha permitido entender más nuestra condición y ha sido de gran ayuda, además mi diagnóstico es de un porcentaje de infertilidad grande pero no de un 100% y sabemos que el Señor es el que tiene la última palabra. 

Una vez un fraile amigo nos dijo que todos los matrimonios pasan por situaciones desafiantes y que cada uno tiene su cruz y que esta era la nuestra, así que teníamos 2 opciones: rechazarla o abrazarla con amor. 

Decidimos abrazarla con amor y ha sido la mejor decisión, no ha sido sencillo pero confiando en la voluntad de Dios y con el acompañamiento adecuado hemos podido salir adelante. Esta realidad nos ha ido dejando muchas enseñanzas que nos gustaría mucho compartirles en un próximo artículo.  

¿Y si se preguntan qué pasó con nuestros sueños de tener un equipo de fútbol? 

Pues bueno, ahora estando casados nuestros sueños siguen, quizás no podamos tener hijos de manera biológica, pero Dios ha puesto en nuestro corazón la adopción, hemos investigado muchísimo al respecto y estamos conociendo a fondo el tema.

Los matrimonios estamos llamados a ser fecundos y la fecundidad se puede dar de muchas maneras, de forma biológica, de corazón (la adopción) o con el servicio a los demás. Sí o sí el matrimonio debe de dar frutos, la forma de hacerlo, sin duda alguna es un proceso de discernimiento que lleva trabajo y tiempo. 

A través de nuestra experiencia queremos comunicar esperanza a los matrimonios que atraviesan esta dura situación, motivarlos a buscar ayuda psicológica, no dejen que su angustia se convierta en desesperación y recuerden que el proceso de duelo de cada matrimonio lleva su propio tiempo.

Familia Fernández Chacón.

@eltallerdesanjose.cr

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