
En distintas etapas de nuestra vida nos ha tocado tomar decisiones: desde elegir qué ponerse para la fiesta de graduación, ahorrar para las vacaciones de verano o ahorrar para comprarse un carro. Tomar decisiones es una experiencia muy humana en donde podemos descubrir el regalo que Dios nos ha dado de ser libres.
Por otro lado, hay que reconocer que orientar nuestra vida y tomar decisiones desde la libertad se ha distorsionado en los últimos años, ya que ahora está muy presente el pensamiento de que todos tenemos el derecho de hacer lo que queramos sin que nadie nos detenga, pues atenta contra nuestros derechos. Justamente esta perspectiva, que tiende al egoísmo, en donde solo nos interesamos por nosotros; limita nuestra verdadera libertad para ser capaces de amar. Dios nos da una voluntad y una conciencia para ser capaces de aprender a buscar el bien de los demás y no solo el propio. Esta es de las cualidades más profundas del amor: que el amor para ser reconocido como tal, está llamado a ser libre.
Es importante sintonizar que cuando nos referimos a que el amor sea libre, no es en un sentido de libertinaje donde se le da entrada al uso o al dominio, situaciones de riesgo como tener múltiples parejas sexuales o prácticas sexuales que anteponen el placer y distorsionan la imagen verdadera del amor.
Cuando el amor es libre hay que entenderlo en el sentido que nuestro corazón está sin obstáculos para darse. Pueden haber caídas, decisiones equivocadas, situaciones difíciles o dolorosas, pero la conciencia y sobre todo la decisión de darse a otra persona, ya sea un amigo, un cliente o compañero del trabajo, la pareja, los hijos o la familia, se ha tomado con intención de hacerle un bien.
Decidirnos por amor no significa solamente darnos, ya que es propio del amor la reciprocidad. El bien que se recibe desde esta lógica del amar con libertad pasa en primer lugar por la satisfacción y alegría del bien que se brinda y de la manera positiva en que influye en la persona que lo recibe. De esta manera se abre paso a la lógica de la reciprocidad, no condicionada por la obligación, sino porque el corazón cuando ama con libertad es más dócil a esta apertura de buscar el bien de quien nos lo procura.
Existen situaciones donde el amor que buscamos dar o recibir llega a no poder ser recibido, no porque no queramos, sino porque algo obstaculiza el corazón para darlo y/o recibirlo. Pueden ser varios factores: heridas, duelos, apegos inseguros, una visión distorsionada del amor, etc. Es importante además de identificar lo que nos impide amar con libertad, no quedarnos solo en el juicio o la crítica, sea hacia nosotros mismos o hacia quien buscamos amar. Todas estas experiencias son parte de nuestra historia y más que solo ignorarlas, conviene reconocerlas e integrarlas para poder avanzar en nuestro proceso de amar con más libertad y de la misma manera también dejarnos amar por los demás.
Para poder vivir este proceso de crecimiento en nuestra capacidad de amar en libertad te comparto estos tips que pueden serte de ayuda:
- Identificar en qué situaciones te cuesta más amar o dejarte amar
Todos somos diferentes, con una historia personal que nos ha dado situaciones o circunstancias que nos facilitan o nos dificultan abrir el corazón. Es de mucha ayuda antes de pretender solucionar un problema, saber qué lo está causando. Conviene entonces adentrarnos en nuestro corazón y toda nuestra persona para reconocer aquello que me impide o limita amar con mayor libertad, así como también aquellas situaciones donde limitamos que los demás nos amen.
- Date tiempo de sanar
Un recurso muy útil y necesario para identificar y trabajar aquellos obstáculos en el corazón que te impiden amar o dejarte amar, es llevar un proceso de sanación. Acompañar este proceso con terapia psicológica y dirección espiritual agregando vida de oración, frecuentar el sacramento de la Eucaristía y la Reconciliación son un kit completo en que recibimos atención a toda nuestra persona tanto a nivel psicológico como espiritual. Aporta mucha perspectiva detenerse un momento y descubrir qué situaciones o experiencias nos han llevado hasta el momento presente de nuestra vida para optar por decisiones y actitudes más conscientes al momento de disponernos a amar.
- Practica según tu estado de vida o vocación
Si bien todos recibimos de parte de Dios la vocación al amor, va a tener diferentes expresiones según el momento de nuestra vida en que estemos. Alguien que está viviendo la etapa de la soltería puede amar con libertad cultivando relaciones personales sanas con su familia, amigos, compañeros de trabajo o escuela y todo lo que le ayude a disponerse a amar con mayor libertad, tanto si ha vivido un noviazgo o después de una ruptura. En la vida del matrimonio se expresa por la entrega generosa de los esposos, en la búsqueda del bien mayor para el otro, a veces sin ganas de hacerlo o en días donde el amor no aflora con tanta emoción, de la misma manera hacia los hijos, en su atención y presencia tan necesarias en las diferentes etapas de vida. La vida consagrada tiene el llamado de amar en libertad en primera instancia a Dios, porque a Él es quien entregan su vida y su corazón para que de su llamado concreto puedan darse a la misión que les encomiende sea sacerdote, religioso, misionero o laico.
- Forma tu corazón
Cada vez existen más espacios para formarse en el amor como lo son talleres, cursos, podcasts, contenidos de valor en Instagram o Youtube que nos revelan la necesidad tan grande que es amar mejor y para ello la primera característica que nos evoca el amor es aprender a hacerlo de una forma libre. De esta manera le abriremos paso a un amor que es libre, total, fiel y fecundo. No nos conformemos con amores a medias.
El mayor bien que podemos ofrecer es el de la entrega de nosotros mismos, porque involucra la libertad de optar por esa opción. Más allá de algo que damos, es en la entrega de nosotros mismos, por la cual Dios es el primer interesado en ayudarnos a amar cada vez de mejor manera, con mayor libertad, en especial de recibir con mayor confianza y apertura ese amor con el que quiere llenar y guiar nuestro corazón hacia el propósito que sueña para cada uno de nosotros.
- Daniel Moreno Mena