Las heridas en el matrimonio

El sacramento del matrimonio es la unión perfecta de dos almas con Dios, es una vocación que requiere confianza, comunicación, donación mutua y sacrificios de ambos cónyuges. Sin embargo en muchas ocasiones, los esposos desatienden su rol de cónyuges por priorizar el de padres, lo que no debería ser así pues si el matrimonio está bien, la familia también lo estará. 

El matrimonio exige preparación previa, es curioso que para ser profesional se debe estudiar de cuatro a cinco años en la universidad pero el cursillo prematrimonial si acaso dura unas pocas semanas. El matrimonio es la decisión más importante, por lo tanto la preparación debe empezar desde la soltería.

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En anteriores artículos hemos hablado de las heridas de la infancia, de cómo nos acompañan (si no las sanamos) y cómo pueden afectar nuestras relaciones interpersonales. Imagina a una niña con una profunda herida de rechazo por sus padres o por algún hombre cercano, al crecer y ser una mujer ¿podrá amar en libertad y con certeza? probablemente no, le resultará muy difícil amar a los demás si no lo hace consigo misma. De esa forma sucede con todas las heridas, si se quiere tener un noviazgo o matrimonio feliz, se debe trabajar en sanarlas. 

Ahora debes estarte preguntando: ¿qué debo hacer para sanar? en la soltería puedes hacerte estas preguntas ¿Qué pasó en mi infancia que aún recuerdo con dolor o miedo?, ¿cómo es mi relación con mis padres?, ¿dónde está mi valor como mujer/hombre?, ¿he sanado mi niño interior?, ¿por qué busco afanosamente el éxito profesional o económico?, ¿conozco con claridad mis virtudes y vicios?, ¿tengo la seguridad de que soy amado?, ¿disfruto de mi soltería o la vivo con ansiedad y sin propósito?, ¿he recibido dirección espiritual o psicológica?.

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En el noviazgo puedes preguntarte a ti misma y a tu pareja: ¿qué es el noviazgo para ti?, ¿cuál es el recuerdo más doloroso de tu infancia/adolescencia?, ¿qué es para ti la felicidad?, ¿Qué piensas de la castidad? En esta etapa es importante hacerse muchas preguntas que pueden ser incómodas pero son necesarias para conocer el carácter, la forma de pensar e incluso las heridas de la otra persona. También es importante observar cómo trata a la familia, a los amigos, cómo actúa cuando está enojado, feliz o preocupado.

¿Pero si ya estamos casados, no nos preparamos ni en la soltería ni en el noviazgo, tenemos heridas y ahora nuestro matrimonio está en crisis?

Lamentablemente hoy en día muchos matrimonios pasan por crisis (discusiones, adulterios, divorcios) pero querido lector, una buena noticia: para Dios nunca es tarde, Él está esperando a cada hijo pródigo, a cada matrimonio que se ha alejado.

“Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó” Lucas 15,20

¿Un matrimonio se puede rescatar? 

Sí, con la voluntad, perdón y trabajo de ambos cónyuges; pero sobre todo con la ayuda de Dios permitiéndole a Él que sea el centro de sus vidas.

Ciertamente la Iglesia recibe y acoge a todos los matrimonios, pero también Dios ha preparado un espacio especial para ti y tu matrimonio en la terapia psicológica, pues aquí podrás sanar a ese niño interior herido que ahora en la vida adulta no sabe cómo ser esposo o esposa. Si imaginarás la cantidad de heridas que tiene tu esposo/esposa de seguro entenderías el porqué de sus acciones y palabras.

Yo quiero ir a terapia, pero mi cónyuge no

Esta realidad puede ser muy desalentadora, puede llevarte a reclamar, exigir o presionar y es normal pues quieres salvar a tu matrimonio, pero no es el mejor camino, la sanación es como la salvación, es individual. Así que si tu pareja no desea ir a terapia, empieza tú, sana, conócete, reconcíliate con tu historia de vida, permite que tu pareja vea todo lo bueno que ha hecho la terapia y sobre todo Jesús en ti, no hay nada más convincente que el propio testimonio en acciones.

Si quieres que algo cambie, cambia tú.

Si no cambiamos nuestro comportamiento, no lograremos que la relación cambie, por lo tanto, el primer paso para que la relación mejore, es que cambies tú. Finalmente recuerda aquellas palabras que pronunciaste el día de tu matrimonio “En la salud y la enfermedad…Acompañar en oración, en mejorar tú asistiendo a terapia es permanecer con él, cuando necesita de ti.

Al finaliza este articulo y si estás pasando alguna crisis o dificultad en tu matrimonio, en oración dile a Jesús

“Amado mío, esposo mío, Jesucristo a Ti vengo suplicando por mi esposa/o para que su corazón sea consolado y restaurado, para que lo sanes de todo orgullo, rencor y falta de perdón, concédenos la conversión que nuestro matrimonio necesita, se Tú el Amor que reine en el centro de nuestra vida.

Dios Padre Celestial por favor restaura, limpia, purifica y renueva con tu poder nuestro espíritu; perdona nuestras ofensas, sana todo dolor, llévate aquellas debilidades que no nos dejan entregarnos como una sola carne, lo dejo y entrego todo a tu tiempo y a tu santa voluntad”.

 Amén

Autora: Andrea Melissa López

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