Mis padres no aprueban mi relación, ¿qué hago?

Raíces mías, que me han dado vida.

Raíces mías, que del todo recta no es su moldura

 Pero ¿quién? Dígame quién ha visto las raíces de un árbol

sin tener alguna torcedura.

Yo, tal semilla, para poder dar fruto desprenderme debería,  

agradeciendo el nutriente y el ausente de este.

De otra manera, el quedarme al madurar,

la tierra fértil desperdiciaría. 

Fernanda Vargas

El vínculo entre padres e hijos

Al hablar sobre la relación entre padres e hijos, es entrar a navegar en aguas complejas y delicadas. Por tal motivo ha sido causa de estudio y el cómo impacta en el comportamiento y las relaciones futuras.  

Es significativo analizar todo esto de una manera objetiva e imparcial, para que haya un mejor autoconocimiento y poder salir un poco del círculo de “mi padre fue- mi hijo fue” y tener la oportunidad de que haya una introspección, o sea, observar los pensamientos, sentimientos y comportamientos propios ante ciertas situaciones de frustración y así tener mayor control de ellos y, aunque no sea para cambiar las circunstancias externas inmediatamente, poder ir tomando responsabilidad personal de los actos de ahora en adelante. Muchas veces los padres también tienen heridas pasadas que no han sanado y patrones de crianza no adecuados, que hay que reconocer para no repetirlos en uno mismo, en nuestras relaciones y en las siguientes generaciones; esto no es equivalente a justificarlos o culparnos por sus acciones.

Uno de los comportamientos principales a observar son los estilos de crianza con los que fuimos educados. 

Se definen como los esquemas (conductas que se perpetúan a lo largo de cierto tiempo) de prácticas de los padres o cuidadores principales en cuanto a la crianza, la manera de educar y ejercer su rol de autoridad, a través de valores y creencias. 

Estos influyen en los procesos de desarrollo personal, emocional, social, autonomía y en el nivel de madurez de cada persona. Por lo que los padres y sus enseñanzas ayudarán o complicarán la forma en que los hijos enfrenten las diversas situaciones que se presenten a lo largo de la vida. 

Estos son los distintos estilos de crianza o parentales:

Estilo autoritario: en este estilo los cuidadores se centran en imponer y controlar en lugar de proponer, establecen límites muy estrictos y reglas sin flexibilidad de falla y en el caso de que, alguna vez, no se cumplan las reglas, hay castigos severos. La prioridad es la disciplina, pero se brinda poco apoyo emocional y escucha, por lo que el vínculo emocional es débil. Se exige mucha obediencia y ante logros tanto pequeños como grandes pasan a ser irrelevantes. Estudios mencionan que, como consecuencia, se puede manifestar con la dificultad de identificar las emociones propias y expresarlas, agresividad, dificultad para entender las emociones de los demás y tener empatía ante ellos, baja autoestima, perfeccionismo, necesidad de control excesiva, poca autonomía, apegos poco sanos con la pareja como la dependencia emocional, entre otros.

El estilo democrático se considera una relación padre-hijo que fomenta el diálogo y la independencia. En este estilo de crianza, los padres establecen reglas claras de comportamiento y son congruentes con ellas, aunque hay flexibilidad; tal vez no todo el tiempo, pero hay espacio para cometer errores y pedir perdón por ello. Los castigos son consecuencias que no atentan contra la dignidad de la persona, se corrige con cariño y firmeza a la vez y, por último, se definen expectativas para cada miembro de la familia, mientras escuchan y apoyan emocionalmente a sus hijos. Las investigaciones han demostrado que este estilo se asocia con una mayor satisfacción de vida, una autoestima adecuada, mayor cantidad de recursos para afrontar frustraciones y contrariedades, menos problemas de comportamiento y mejores relaciones con compañeros, amigos y pareja.

El estilo de crianza permisivo se caracteriza por la ausencia de límites y reglas en la relación parental; si bien las relaciones afectivas padre-hijo son cálidas, estas se dan dentro de un contexto donde no se establecen ni normas de conducta ni expectativas para los hijos. Investigaciones muestran que este estilo parental se asocia a mayores niveles de agresión, conductas narcisistas y comportamiento que infringe las normas sociales y problemas con la autoridad por parte de los hijos.

En el estilo negligente, los padres permanecen indiferentes en cuanto a la educación de su hijo, tampoco hay relaciones afectivas cálidas y no hay interés en poner límites, reglas o alguna guía propuesta para una conducta adecuada. Si bien la autonomía psicológica promueve la participación de los hijos en las decisiones del hogar de acuerdo a su edad y desarrollo, este estilo se va al extremo y también tiene graves consecuencias en la persona como el miedo a la soledad, tener excesiva necesidad de complacer a todos .

Ok, llegando a este punto, quizá te preguntes ¿qué tiene qué ver con el tema principal? 

Pues tiene todo que ver, porque ahora sí hay una mayor consciencia de ciertas conductas personales.

Y ya se puede contestar a la pregunta… Mis padres no aprueban mi relación, ¿qué hago?

Lo principal es haciéndote los siguientes cuestionamientos que te ayudarán como guía para tomar una mejor decisión y poner tus límites si es necesario:

  • ¿Qué estilo de crianza utilizan o utilizaron mis padres para educarme?
  • ¿Constantemente mis padres tratan de controlar mis decisiones, critican y descalifican las mías?
  • ¿Utilizan el chantaje y la manipulación para hacerme cambiar de decisión?
  • ¿Inmediatamente rechazo a mi pareja si no les agrada a mis padres sin antes cuestionarme?
  • ¿Al hablar conmigo sobre este tema solamente imponen su punto de vista o lo proponen y dejan campo abierto para escuchar mis motivos?
  • ¿Considero que estoy madurativamente listo/a para entrar en una relación de pareja?
  • ¿He llegado a cometer malas decisiones en el pasado en cuanto a la elección de pareja?
  • ¿Noto que los motivos de desacuerdo son intrascendentes o banales como el aspecto físico?
  • ¿Intuitivamente siento que mi pareja no me conviene, realmente siento que no me trata bien, identifico red flags, no llena mis expectativas y además otras personas de confianza también me han hecho esa observación?

(Como recomendación, lee los artículos: ¿En mi noviazgo hay respeto o violencia? y ¿Cómo saber cuando una relación es tóxica?)

Ahora, que ya te hiciste todos estos cuestionamientos, lo meditaste, lo pusiste en oración y pediste ayuda, siéntete seguro de tu decisión, confía en que harás lo correcto para tu persona y tu futuro y no por mera rebeldía.

Si te dicen que te vas a equivocar y que las cosas te saldrán mal, puedes contestar que todos tenemos el derecho de equivocarnos y de aprender de nuestros errores, lo cual será más fácil con el apoyo emocional necesario; eso con el tiempo nos hará más fuertes y qué mejor que aprender de las experiencias propias que llevan al camino de la autonomía y de reconocernos como seres humanos libres y responsables de nuestras propias decisiones, tal cual lo propone el estilo de crianza democrático.

¡Ánimo! 

Con amor, Fer Vargas.

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