
Creo que todos estamos de acuerdo en que viajar es de las mejores experiencias que uno puede tener y, si es con tu pareja, mejor. Viajar siendo novios es de las cosas más comunes en la actualidad. Es lindo: Se conocen, viven nuevas aventuras, salen de la rutina del día a día.
¿Entonces por qué nosotros, que duramos 9 años siendo novios antes de casarnos, no viajamos solos? Podíamos hacerlo, teníamos las condiciones para hacerlo, pero hubo una decisión al inicio de la relación que, para nosotros, marcó el camino: Vivir la castidad.
¿Qué es eso? Una virtud. Tenemos otro artículo donde hablamos un poco más de qué es y lo que significa vivirlo en un noviazgo, pero siendo directos: Es abstenerse de tener relaciones sexuales, guardándolas para cuando puedan ser plenas, en el matrimonio.
Entonces, podíamos viajar solos, sí, pero no queríamos hacerlo porque seguramente involucraría dormir juntos, que sería como jugar con fuego (se entiende, ¿no?)
¿Cómo le sacamos la vuelta (en el buen sentido) a esta situación? Pues poniendo otros medios. Por ejemplo:
- No queríamos dormir juntos, pero, si íbamos a casa de familiares o viajamos en grupo de amigos, podíamos hacerlo y no estar en esa situación, porque nos quedábamos en cuartos separados. Epic win, eso hicimos. Importante que tanto familiares como los amigos sepan de esta decisión, para que puedan “ayudarnos”, ya sea hospedándonos en caso de familiares u organizándonos, hombres para un lado, mujeres para otro, en caso de amigos. Es bonito, porque estábamos juntos, pero también compartíamos con otras personas y, en el caso de ser otras parejas, es lindo cuando piensan igual que nosotros y, así, nos ayudamos mutuamente.
- Los famosos “fulldays”: Solución ideal para estar juntos (solos), pero sin quedarnos a dormir en ninguna parte. Hicimos esto un par de veces y fue increíble: Salimos temprano, nos íbamos a algún destino cercano y, por la noche, ya en nuestras casas, contentos.
No saben lo lindo que fue esperar para tener nuestro primer viaje solos en nuestra luna de miel. No nos arrepentimos de nada. Si bien en un momento renegamos de eso (incluso sabiendo el propósito), en el fondo sabíamos que esto era temporal y que cuando pudiéramos hacerlo valdría la pena la espera ¿y qué creen? Lo súper valió.
Son de esos sacrificios que luego ves la recompensa y dices “valió la pena”.