¿Por qué se dice que el matrimonio es para valientes?

¿Alguna vez han escuchado decir: “qué miedo casarse y que no funcione, mejor vivamos juntos primero y probemos si funciona, casarse es solo un papel” etc..? Pues bien, todas estas frases que muchísima gente dice y que gran parte de la generación de hoy piensa, se resume en una sola palabra: miedo. Miedo al compromiso, al fracaso, miedo de abrirse en su totalidad al otro, de entregarse completamente a la persona que ama, en fin, miedo a todo lo que el matrimonio conlleva.

Entonces, ¿por qué se dice que el matrimonio es para valientes? porque para casarse se necesita valor, determinación, entrega, humildad, paciencia, disposición, convicción, certeza, sinceridad, honestidad y muchas otras cosas, más allá del amor que en definitiva debe ser verdadero y realista. Casarse implica entender que el matrimonio no sólo es la unión de dos vidas diferentes con sus historias, es también la unión de dos almas y dos cuerpos que se convierten en uno y que a los ojos de Dios, ambos serán responsables de la santidad del otro. ¡No es cualquier cosa!

Es por esto que muchas personas pueden sentir miedo o inseguridad cuando se habla de matrimonio, ¡cualquiera puede no sentirse listo para dar un paso así! sin embargo, debemos tener la certeza de que no es imposible vivir un matrimonio pleno, feliz y santo, porque Dios en su infinita misericordia colma de gracias especiales a los esposos en el sacramento para poder lograr juntos la santidad y superar cualquier obstáculo que se quiera interponer en su camino al cielo.

El matrimonio… ¿Es difícil?

Como mencionamos anteriormente, casarse implica demasiadas cosas, acciones que para muchas personas pueden ser imposibles de lograr, entonces por supuesto que no es fácil, nadie dijo que casarse  iba a ser sencillo y que nunca iban a existir piedras en el camino que nos hagan tropezar, sin embargo, ¿acaso no todo lo bueno en la vida, todo lo que vale la pena es difícil? todo por cuanto vale la pena luchar será difícil, estudiar una carrera profesional es difícil, trabajar para ganarse dignamente el alimento es difícil, dirigir una empresa es difícil, amar es difícil… todo aquello que nos puede hacer sentir plenos y felices es difícil, pero vale la pena luchar por ello.

Es por esto que no debemos tener miedo a las dificultades, a lo difícil que pueda ser el matrimonio, porque habrá crisis y momentos complicados, pero no están solos, se tienen el uno al otro y es una aventura que los hará crecer tanto individualmente como  a nivel de pareja. Además, como les mencionamos anteriormente, Dios nos brinda gracias especiales a los esposos para poder sobrellevar cualquier situación, eso siempre y cuando cultivemos ese amor de Dios en nuestras vidas, en nuestra relación y en nuestro hogar. Dios siempre va a estar a favor de aquellos que luchan por tener una familia santa, las pruebas son solo eso, pruebas de amor y de fe que el Señor permite en nuestras vidas para hacernos crecer y para que aprendamos alguna lección necesaria para alcanzar la santidad.

¿Qué se necesita para casarse?

Después de que hemos realizado un correcto discernimiento vocacional y de haber encontrado a la persona que El Señor tiene para nosotros y dar el paso hacia el matrimonio, surge esta pregunta: ¿qué necesitamos para casarnos? y nos empezamos a bombardear de miles de ideas: necesitamos una casa, queremos un carro, queremos una fiesta de muchos invitados, una luna de miel en ese país tanto deseamos conocer, una pantalla grande, los muebles más lindos y un sin fin de cosas y detalles que la mayoría de las veces se resumen en una parte económica. Y claro que la parte económica es importante, necesitamos de un ingreso para poder sostenernos y satisfacer las necesidades que tendremos como familia, pero se nos olvida que la boda es solo un día y que el matrimonio es toda la vida. Si tuviéramos esto presente nos preocuparíamos por lo más importante, prepararnos para el matrimonio y no solo para la boda.

La primera vez que fuimos a ver el apartamento en el que vivimos después de casarnos, atesoramos un momento que recordamos con mucho amor, estaba el lugar completamente vacío, ni un solo mueble, ni una sola cuchara, no había absolutamente nada, estábamos solo nosotros en la sala, nos abrazamos, ¿y adivinen qué? ¡se sentía el lugar más acogedor de todos! Ahí nos dimos cuenta que realmente no necesitábamos nada material para casarnos, que donde estuviera Dios y nosotros juntos, estábamos completos. Esa fue la bienvenida que nos hizo El Taller de San José (es el nombre que le pusimos a nuestro apartamento). 

Esto nos hizo recordar las palabras de un sacerdote hace unos 6 años atrás, dijo:  “para casarse solo se necesita un colchón donde descansar, una plantilla para cocinar y una refrigeradora para que no se pongan malos los alimentos” cuando lo escuchamos pensamos “el padre está muy perdido”, se necesita muchísimo más, no es posible, se requieren muchísimas cosas más. ¡Cuánta razón tenía este sacerdote! pero estábamos muy chicos para entender sus palabras. Somos afortunados porque al final empezamos nuestro hogar con mucho más de lo que decía este sacerdote, les podemos contar que cada cosa era de celebración, desde poner un bombillo hasta tener una televisión, pero les aseguramos que ninguna de esas cosas se compara a ese primer momento que vivimos de sentirnos completos en nuestro hogar vacío.

¡Los valientes apuestan para siempre!

Los valientes apuestan por un sí para toda la vida, ese sí que diremos en el altar frente a nuestra pareja y frente a Dios es un sí que se renueva todos los días de nuestra vida, es un sí que le dirás no solo en ese momento, sino también en aquellos días alegres donde rían juntos, viajen, así como en los momentos en los que no todo es color de rosa, en los momentos de dolor, en los días en que haya desacuerdos, que necesiten su espacio, es un sí para siempre, es un sí que no abandona a pesar de las dificultades, es un sí que estará siempre en nuestro corazón y en el corazón de nuestro cónyuge y que retumbará día tras día hasta que la muerte nos separe. Ese sí es también un sí a Dios, un sí a sus promesas, al compromiso de ser cocreadores de la humanidad, un sí al hecho de que al casarnos somos y seremos siempre responsables de ser iglesia en nuestros hogares y que debemos guiar a los hijos que Dios nos regale.

Puede parecer complejo y hasta un poco terrorífico pensar en todo lo que conlleva el matrimonio, pero recuerden que al ser instituido por Dios, lo convierte en una aventura que santifica y que transforma nuestras vidas y corazones. 

No tengamos miedo de emprender este viaje de santidad con nuestra pareja, nunca estaremos solos, Dios será nuestra mano derecha y la Sagrada Familia es y será siempre un modelo a seguir y grandes intercesores por nosotros, ¡ah! y no olviden que la oración es nuestra arma secreta.

Familia Fernández Chacón, @eltallerdesanjose.cr

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