
Muchos de nosotros hemos crecido en hogares en los que se nos ha exigido obtener las mejores calificaciones, a practicar la mayor cantidad de actividades extracurriculares, a ser siempre productivos y buscar la perfección en todo, pero de seguro no nos hemos preguntado ¿qué se esconde detrás de esa búsqueda de perfección? ¿Qué realmente se busca cuando buscamos hacer las cosas “perfectas”?
Ahora bien, no es que esté mal buscar hacer las cosas de la mejor manera posible siempre que esa búsqueda sea desde el amor, la serenidad y la diligencia, pero cuando esa búsqueda genera angustia, tristeza, ansiedad o culpa, es momento de detenerse y revisar por qué nos estamos sintiendo así. Intentar ser la persona perfecta para los padres, los amigos, la pareja o el jefe es una tarea agotadora física y emocionalmente. En ocasiones somos nosotros mismos quienes nos imponemos objetivos inalcanzables que vulneran nuestro sentimiento de capacidad personal.
¿Qué se esconde detrás de la búsqueda de la perfección?
En ocasiones el perfeccionismo se disfraza en “buscar hacer las cosas bien”, pero quienes buscan perfección en realidad buscan sanar su:
- Baja autoestima
Cuando estamos ocupados en ser perfectos, perdemos de vista quienes somos, no somos capaces de ver nuestro valor, pues nos concentramos sólo en los defectos y errores. La búsqueda de perfección es un mecanismo para compensar el sentimiento de poca valía.
Le puede interesar: ¿Cómo saber si tengo baja autoestima?
- Heridas de rechazo
La herida de rechazo nos dice que debemos hacer todo perfecto para eliminar las posibilidades de ser rechazado, nos lleva a compararnos con los demás y sentir siempre que no somos suficiente, por eso buscamos desesperadamente hacer las cosas de manera excelente, pues sólo así seremos aceptados.
- Herida de Injusticia
Los hogares con estilo de crianza extremadamente autoritarios y exigentes, con padres que no toleran errores, tienen como resultado hijos que interiorizan que no puede fallar, rígidos con opiniones polarizadas, perfeccionistas, incapaces de mostrarse vulnerables ni espontáneos.
Le puede interesar: las heridas causadas por los padres
- Miedo a perder el control
No es fácil aceptar que se ha desarrollado una personalidad en extremo perfeccionista y controladora, hoy te invito a que te realices la siguiente pregunta: ¿Por qué quiero controlarlo todo? La perfección y el control nos brindan la seguridad de que todo se encuentra en orden y nada malo puede salir, disminuyen la incertidumbre, nos dan “tranquilidad” y nos permite apaciguar los pensamientos negativos e invalidantes.
Es muy común que algunas personas consideren que el ser perfeccionista es algo positivo,pero la necesidad intensa de buscar la perfección no debe confundirse con la búsqueda de la excelencia, cuando buscas la excelencia reconoces tus capacidades y tus límites, das lo mejor ti, aceptando que en el camino puedes equivocarte, aprender y crecer. El perfeccionismo no permite errores, nunca nada es suficiente, genera insatisfacción, ansiedad, culpa y frustración.
La perfección desde la mirada cristiana: «Uno solo es el Bueno»
En el evangelio de Mateo, se nos presenta el encuentro de Jesús con un hombre joven que le pregunta “Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?” Jesús le responde: “¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno, pero si quieres entrar en la vida eterna cumple los mandamientos, a lo que el joven responde: “Todo esto lo he cumplido, ¿qué más me falta?” Jesús le responde: “Si quieres ser perfecto, vende todo lo que posees y reparte a los pobres, para que tengas un tesoro en el Cielo. Después ven y sígueme” Mt 19, 16-21
Este pequeño pasaje de la biblia nos muestra que uno solo es el Bueno, la perfección absoluta es una cualidad que solo le pertenece a Dios, sin embargo, estamos llamados a ser imitadores de Dios, la perfección cristiana no consiste en no cometer errores, sino en esforzarse por seguir los principios del evangelio, en despojarse de uno mismo para donarse a los demás. Dios es consciente de nuestra fragilidad humana, sabe lo que nos cuesta seguirlo, solo Él puede convertir nuestra debilidad en fortaleza, no permitamos que nuestras heridas nos lleven a esa búsqueda incansable de perfección mundana donde queremos ser protagonistas y dejamos a Dios como un actor de reparto.
Si después de leer este artículo, consideras que has desarrollado una personalidad perfeccionista que te lleva a experimentar culpa, es momento que te detengas a revisar tu historia personal de vida y buscar genuinamente imitar las actitudes de Cristo, recordando las palabras del apóstol Pablo: “Examínense y vean si permanecen en la fe, pruébense a sí mismos, ¿están seguros de que Cristo Jesús está en ustedes?”
No dudes en buscar ayuda profesional y espiritual, si sientes la vida muy cuesta arriba.
Bendiciones,
Psic. Andrea Melissa de @okansiedad