¿Qué hubiera querido saber antes de tener a mi primer bebé?

Consejos de Mamá

Voy a tener mi tercer bebé y me parece increíble como el tiempo ha pasado tan rápido. 

Recuerdo aún lo asustada que estaba cuando mi primera hija nació. Leí de todo para estar preparada para su llegada.

Sin embargo, al final me di cuenta, que aunque hice todo lo logísticamente posible para prepararme, nunca me sentí lista.  

Al final, todo lo que queda es confiar. 

Es como decía San Agustin: “Haz las cosas como si todo dependiera de ti, sabiendo que todo depende de Dios”. 

Hay demasiado en el mundo de la maternidad que simplemente no está en nuestras manos y al final  toca soltar y esperar en Dios. 

La llegada de un nuevo bebé, sea tu primero o el quinto, siempre es un mundo de emociones. Cuando nace un nuevo bebé, también nace una nueva mujer. 

Según la ciencia, somos nuevas personas, fisiológicamente hemos cambiado. Nunca seremos las mismas.

El psiquiatra Daniel Stern afirma que convertirse en madre, trae a la mujer un giro profundo en su identidad, y uno de los más significativos cambios físicos y psicológicos que una mujer puede experimentar a lo largo de su vida. 

Les comparto lo que me hubiera gustado saber antes de convertirme en madre por primera vez:

  1. Tus planes cambian. 

Trata de mantener tu mente y corazón abierto ante las posibilidades. A pesar de haber preparado todo para un plan específico, este no siempre se va a cumplir. La vida nos puede llevar por otro lado, y eso está bien. 

Puede suceder en varios ámbitos de tu maternidad: lactancia, forma de criar, la manera en que tu bebé nacerá. 

Recuerdo cuando nació Clara. Yo estaba preparada para un parto natural, sin embargo, Clara tenía otros planes. Todo fue muy repentino, rompí la fuente 6 semanas antes. 

Tuve una cesárea de emergencia, a pesar de haberme preparado tanto para mi parto vaginal. 

Esa fue mi primera herida con el inicio de mi maternidad, mis planes para la llegada de Clara no se cumplieron. Me dolió mucho soltar y aceptar que, la cesárea fue lo mejor en el momento. 

Además, ella se tuvo que quedar en el hospital por dos semanas. Salir sin mi hija del hospital fue uno de los dolores más fuertes que he vivido. Sin embargo, cuando lo recuerdo, veo que he podido poco a poco sanar esa herida. Poner la situación en perspectiva. 

Esas dos semanas en el hospital fueron de gran ayuda para mi esposo y yo, ya que al ser padres primerizos no sabíamos ni cambiar un pañal. Las enfermeras nos enseñaron todo lo que necesitábamos saber para cuidar a Clara. Fueron semanas difíciles pero también de gran aprendizaje.  

  1. Todos los sentimientos son válidos 

Antes del nacimiento de Clara me hubiera gustado saber que todas las emociones, incluso las negativas, son válidas. 

Pensaba que solo debía estar agradecida por esta nueva vida que me habían regalado y no me permitía sentir lo negativo, sin sentirme culpable. 

Es normal sentirse triste, enojado. La falta de sueño, el cansancio físico de cuidar a un recién nacido, la lactancia, etc. Hacer todo por primera vez asusta y genera ansiedad. 

Recuerdo la primera vez que me quedé sola con Clara, sin la ayuda de mi mamá y esposo, realmente sentí mucha ansiedad. Pensaba que no iba a ser capaz de cuidar a mi bebé. Ese sentimiento me invadió. Felizmente, no me paralizó, y logré superarlo para cuidar a mi pequeña. 

Sin embargo, no siempre sucede que se resuelve de modo tan sencillo y es normal. Es importante compartir todos tus sentimientos. Si notas que algo no anda bien, háblalo con tu pareja o persona de confianza. Si es necesario, busca ayuda médica.  

  1. Ambivalencia: cuando sentimientos contradictorios coexisten. 

La maternidad es una constante contradicción. El tiempo pasa rápido y lento al mismo tiempo. Quieres estar con tus hijos todo el tiempo, pero al mismo tiempo necesitas un descanso. 

Es incómodo sentir sentimientos tan ambivalentes. Sin embargo, poco a poco entendemos que la maternidad no es sólo buena o mala. Sino es un poco de todo. 

En redes sociales encontramos de los dos mundos. Influencers que romantizan la maternidad y la hacen parecer demasiado fácil y perfecta. Otras que proyectan una imagen totalmente negativa de ser mamá y solo esperan que llegue la noche para tomar su esperada copa de vino. 

Soy mamá hace casi 6 años y he podido experimentar un poco de estos dos aspectos: quería que la hora de dormir llegue pronto y relajarme con una copa de vino. Y al mismo tiempo, cuando estaban dormidos, extrañarlos y mirar fotos de mis hijitos en mi celular. 

Es normal sentir un poco de los dos aspectos. 

  1. No te compares

Lamentablemente, en redes sociales, podemos encontrar cuentas que proyectan a mamás que lo tienen todo resuelto. Casas ordenadas, cenas súper saludables, bancos de leche abundantes. Al parecer todo es perfecto. 

Ver esto nos puede motivar a seguir mejorando, o también jugar en contra. Pensar que nosotras somos un fracaso, al no poder llegar a  estos estándares. 

Uno de los consejos que me daría es ser más amable conmigo misma. Darme más gracia y evitar compararme. 

He caído en la trampa de las redes sociales, y llegar a pensar que no estoy  haciendo suficiente. Lo cual es una gran mentira. 

Sucede que los estándares cambian según la situación en la que te encuentras. 

Con Clara y Francisco un poco más grandes, había llegado a un buen balance para mantener mi casa  ordenada, la ropa limpia  y una cena caliente al  final del día. 

Sin  embargo, ahora con un nuevo  bebé en la familia, sé que mi situación cambiará, y eso  está bien. Seguro comeremos más pizza y nuggets. La ropa se acumulará. La casa no estará tan ordenada. 

Eso no me hace peor mamá. Simplemente estoy viviendo una etapa diferente. 

  1. Encuentra lo bonito en lo mundano 

Las primeras semanas con tu recién nacido serán bastante repetitivas. 

Si hay otros pequeños en casa, será un reto crear una nueva rutina con un nuevo miembro en la familia. 

Es importante saber reconocer los pequeños milagros que se dan en el día a día. 

Solo tú vas a poder apreciar la alegría en pequeñas manos, en sonrisas y en pequeños pasos. 

Es así como dentro de lo mundano: cambio de pañales, hacer biberones o dar de lactar, hacer dormir, calmar llantos, se encuentra lo hermoso de ser mamá. 

No digo que esas actividades nos hagan ser mamá. Sino el servicio que brindamos a las personas que amamos. 

Siempre recuerda por quién estás esforzándote tanto. Es como decía Santa Teresa de Calcuta: 

“Lave el plato no porque esté sucio, ni porque le digan que lo lave. Sino porque amas a la persona que lo usará a continuación”.

  1. No dura para siempre. 

El ser humano es un ser de costumbres. Cuando vivimos una etapa, puede que el cerebro nos engañe y pensamos que será de esa forma para siempre. Sin embargo, la vida es cambiante y fluida. 

Lo mismo pasa con nuestra maternidad, la etapa de bebés y niños pequeños no durará para siempre. Aunque parezca así en el momento. También esa etapa terminará. 

He  vivido un poco ese cierre de etapas, primero con  Clara que ahora está en el colegio y también un poco con Francisco, recordando como hace poco yo estaba con él cuidándolo cuando era un recién nacido. 

Ahora que estoy pasando la etapa de recién nacido con Felipe,  caigo en cuenta de lo rápido que pasa. 

Aunque ahora no lo veas, esta etapa va a pasar y la vas a extrañar. Te lo prometo. 

  1. Es hora de soltar  

Las situaciones adversas van a llegar en la maternidad. Puede que tu lactancia no vaya como lo habías planeado, tu recuperación no va tan rápido como pensabas, las noches se hagan muy largas o pienses que no vas a poder. 

En ese momento haz el esfuerzo de soltar el problema. Sé que es difícil, a mi me cuesta demasiado. Mi esposo siempre me recuerda: “¿hay algo que podamos hacer ahora? , si la respuesta es no. Me dice: “entonces, ¿de qué te preocupas? Suelta nomas y hay que seguir. 

Hay una novena hermosa para entregar el problema que tengamos a Jesús. Se llama Novena del abandono a la voluntad de Dios. La jaculatoria es: “O Jesús, yo me entrego a ti, ocúpate de todo!” 

Finalmente, recuerda que tu fuiste creada para ser la mamá de tu bebé. No hay nadie en el mundo más perfecta para ese rol que tú. Ten la confianza que harás un trabajo increíble, sabiendo que nunca estás sola. 

Déjalo todo a Jesús. El se va a encargar. 

Mirian Oria 

@anordinary_mom

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