Qué bueno es hablar de amor, del real y verdadero, ese que viene de Dios.

Quizá para muchos hablar de amor hoy puede sonar aburrido, porque lo relacionan más con palabras rebuscadas o con una sobrecarga de afecto, pero en realidad ese es solo el inicio, no basta con rimas, poesías, ni siquiera con regalos o canciones. Esto no quiere decir que el amor excluya lo anterior, sino que no basta pues para hablar de amor hay que ir más allá de las palabras y todo el romanticismo: hay que hablar de compromiso, sacrificio, servicio, incluso de renuncia a sí mismo. Seguro se están preguntando ¿por qué? así que antes de comenzar definamos con mayor detalle qué entendemos por amar.
El significado de amar
La Real Academia de la Lengua Española (RAE) define el amor como un “sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”, esta definición se nos puede quedar un poco corta así que ampliemos un poco más.
Primero, ¿amar es un sentimiento? Sí y no. Empecemos por decir que el amor tiene dos dimensiones. Sí, el amor tiene esa dimensión del gusto, del querer, de la felicidad propia que nos hace ver y sentir el amor como una corriente eléctrica que va a acabar en cualquier momento, este es el tipo de amor que se vive en la etapa del enamoramiento, es el amor eros, el de la atracción. El amor eros debe complementarse con el amor ágape, el cual es más que un simple sentimiento ya que involucra una decisión, en el ágape se vive la entrega, el donarse, el ser don para el otro. Si contextualizamos que el amor involucra un compromiso -que es decidir todos los días volver a amar a esa persona- entonces descubrimos que este va más allá de las emociones que son pasajeras.
Segundo, ¿nos somos suficientes a nosotros mismos? Es cierto que no, pero tampoco porque seamos insuficientes vamos a correr detrás de cualquier persona para llenar un vacío, pues el único que puede colmar y llenar nuestros vacíos es Dios. Por eso conviene siempre discernir y meditar cuando estamos por iniciar una relación y no correr contra el tiempo, como si empezar una relación de pareja se tratara de una carrera de velocidad.
Hemos dicho que hay dos dimensiones del amor que deben complementarse: eros y ágape, es por eso que podemos amar a distintas personas y de diferentes maneras, pero en la base debemos partir de que si se disfruta estar con una persona, voy a querer que sea feliz, entonces ¿cómo hacemos feliz a nuestro ser amado? con acciones concretas, a través del servicio.
- ¿Por qué implica servicio?
Si definimos amar como una acción que va más allá de las palabras podemos entender lo que nos decía san Pablo “el amor es paciente, es servicial, no busca su propio interés…” (I° Corintios 13, 4 ss).
Para muchos el amor es sólo sentir, pero San Pablo nos dice que el amor lo es todo y sin él no somos nada, que vale más dar que recibir, servir sin esperar nada a cambio sólo por amor y caridad. Esto no va en contra de nuestra valía, pues sabiendo que somos todos hijos del mismo Dios, con la misma dignidad de seres humanos debe ser un orgullo poder servir a mi hermano o hermana, tal y como lo hizo Jesús, pues “quien quiera ser el primero, que se haga el último y servidor de todos” (Marcos 9, 35).
Sin amor ágape toda la vida cristiana se reduciría a una hipocresía, si confesamos llamarnos cristianos debemos seguir e imitar el ejemplo de nuestro Maestro, Jesús, él nos enseñó que a amar se aprende amando a través de las obras, del servicio, de la entrega al prójimo; nos dio el mayor ejemplo y a la vez nos iluminó el camino por donde nosotros, sus discípulos, debemos de andar: por las sendas del amor y del servicio. En ese sentido, amor y servicio no se pueden dividir, van unidos como las dos caras de una misma moneda, mucho más en las relaciones de pareja, pues cuando las palabras no alcanzan para explicar cuánto se ama a alguien, surgen las acciones, pero ahora ¿cómo podemos demostrar el amor sirviendo?
- ¿Cómo puedo servir a los demás?
Cuando amamos damos la milla extra, no medimos tiempos ni cantidades, no nos fijamos si yo doy más que el otro, por eso es importante buscar actos concretos en los que podamos saber que servimos al otro con generosidad y sin buscar nada a cambio.
- Podemos ofrecer los dones que el Señor nos ha regalado, poniéndolos a disposición de los que lo necesitan. Podemos servir a través de eso que nos sale mejor, de nuestros talentos: una comida bien hecha, una casa limpia y ordenada, un consejo brindado desde el corazón. Busca cuál es ese talento que te dio Dios.
- Podemos servir incluso desde nuestro entorno académico o laboral, desempeñando nuestras funciones y oficios con esmero, pasión y esfuerzo, sabiendo que a otro servirá nuestro trabajo.
- Por último, podemos servir desde el silencio y la oración, así al estilo de los grandes santos, como santa Teresita del Niño Jesús, quien encerrada en un convento dio su vida orando por las misiones y los misioneros, su vida fue una ofrenda por las necesidades de tantas personas que no tenían esperanza en medio de las dificultades. Ahí en medio del silencio igual podemos servir a otros.
En definitiva, hay muchas maneras de servir amando y estamos seguros que con alguna de estas podremos ir descubriendo cómo dar esa milla extra de amor. ¡Ánimo! seamos don para el otro, donándonos y descubriendo a Cristo en el ser amado.
Ivonne Rodriguez