
Muchas veces, las parejas se encuentran ante ciertas situaciones que los superan o sobrepasan, circunstancias que por más que han intentado y querido resolver entre ellos no han podido abordar una solución concreta. Y eso no está mal. Las crisis, las discusiones, los duelos, entre otras razones, constituyen escenarios de la vida cotidiana que pueden afectar la relación con el otro, con el que se comparte día a día.
En algunos casos, cuando el vínculo está siendo vulnerado es oportuno buscar ayuda, es decir, recurrir a un tercero con quien pueda hablarse. Es importante generar el espacio para que cada uno logre abrirse expresando desde una sinceridad verdadera aquello que le pasa.
No esperar a que la situación se agrave o empeore, la clave está en que una vez detectado el conflicto puntual y siendo conscientes de que entre ellos dos no podrán resolverlo, decidan conjuntamente recurrir a una terapia de pareja. El error en el que cotidianamente se cae, es creer que “el tiempo” cura todo los males y resuelve la disidencia. No es así, las relaciones se trabajan, se nutren, con mayor razón si hay algo por mejorar y remediar.
¿Cómo saber si necesitamos terapia de pareja?
Antes de responder desarrollando esta pregunta, es importante que entre las dos personas puedan distinguir qué tipo de conflicto o problema están atravesando. Ello es clave ya que no todo aprieto merece una intervención por parte de un profesional.
Sentarse, hablar, ser transparente en lo que se siente es el principal paso. Hoy en día, también se tiende mucho a que la única solución sea la terapia, es decir, hay un inconveniente e inmediatamente se propone como recurso la visita a un terapeuta o psicólogo. Es necesario tener en consideración que existen pasos previos, los cuales requieren por parte de la pareja un discernimiento y compromiso a fin de que en conjunto puedan dilucidar si realmente ello que atraviesan sólo podría resolverse con un tercero en terapia propiamente dicha.
En este sentido, puede interesar el artículo “Crisis matrimoniales” , ya que la lectura del mismo ofrece un importante paneo general de “algunas crisis según la etapa o ciclo vital de la pareja”. Esto último es de suma utilidad porque, retomando lo destacado en el párrafo precedente, es fundamental conocer la dinámica de la pareja a fin de diferenciar si se está atravesando una crisis o se trata de un conflicto, de esta forma se orientará la cuestión para recibir la ayuda adecuada. Recordemos que no todo problema constituye una crisis, de ahí la importancia de identificar para saber dónde recurrir.
Entiéndase por crisis de pareja aquella que persiste produciendo un cambio recóndito con consecuencias directas en ese vínculo íntimo. Situaciones particulares internas o externas que pueden poner en peligro la relación.
Por su parte, el conflicto de pareja puede residir en un desacuerdo por una situación particular pero que no tiene consecuencias trascendentales en el vínculo, ya que no es algo que persiste en el tiempo; podría decirse entonces que es una confrontación a la que si hay que atender pero no necesariamente desemboca en una crisis.
Pautas para identificar si necesitamos terapia de pareja:
- Falta o problemas para establecer la comunicación: sea verbal o física, la comunicación es la clave y la base de una buena relación. Cuando ello está fallando insistentemente por alguna razón en especial es oportuno preguntarse qué es lo que está sucediendo para encontrarse en dicha situación y en este sentido un tercero puede ofrecer ayuda.
- Pérdida de la capacidad de escucha: muchas veces simplemente se “escucha” al otro pensando en cuál será mi respuesta ante el planteo que está haciendo. Dicha circunstancia, paulatinamente genera asperezas provocando un distanciamiento entre ambos y generando roces o hasta desinterés por la pareja y la relación.
- Infidelidad: tomar la decisión de perdonar y continuar con la relación después de un engaño no es fácil. La confianza en ese vínculo de alguna manera se rompió y un terapeuta puede ayudar, para que con la voluntad y decisión de ambos, ese lazo de a poco empiece a reconstruirse. (La lectura de este artículo puede ayudar: https://losquelidos.com/cuando-se-perdona-se-olvida/)
- “Síndrome del nido vacío”: éste ocurre cuando los hijos se van de la casa y el matrimonio se queda solo. Muchas veces sucede que después de tanto años juntos y dedicados a la crianza y educación de los hijos, una vez que estos deciden emprender su propia vida, se dan con que su esposo o esposa es un total desconocido. Volver a conectar y conocerse desde una nueva realidad en algunos casos genera importantes crisis. (Se amplía el tema en el siguiente enlace: https://losquelidos.com/el-nido-vacio/)
- Infertilidad: asumir esa realidad es complejo, hay mucho dolor y tristeza que cada uno desde su ser persona lo asume a su manera particular y como puede. Hay diferentes procesos, tiempos y formas de manifestarlo. La ayuda de un terapeuta, orientador familiar es clave, se debe atravesar un duelo y en esos momentos la fortaleza como pareja es importante. (Testimonio en relación: https://losquelidos.com/infertilidad-nuestro-testimonio/)
- Circunstancias complejas o dolorosas: no solamente instituye una crisis lo que las dos personas en la relación viven, pueden llegar a constituirlo factores externos que inciden en el vínculo, como ser por ejemplo la muerte de algún familiar, enfermedad, depresión.
- Proyectos de vida adversos: puede suceder que después de cierto tiempo de caminar juntos alguno de ellos se dé cuenta que está atravesando particularidades personales que lo hacen dudar en lo que a lo mejor en un principio quería. O bien, que exista disparidad en las etapas de la relación en cuanto a lo que espera cada uno de ese vínculo.
- Situaciones personales que esté atravesando alguno de los dos pero que tiene consecuencias directas en la relación: problemas de autoestima, desórdenes alimenticios, depresión, ansiedad, inseguridades, entre otras. Se puede encontrar mayor información en el enlace a continuación: https://losquelidos.com/cuando-se-que-debo-ir-a-terapia/
Asimismo, destacar que además de la terapia, también existe la ayuda por parte de un orientador familiar. Ésta última es una opción a la que se puede acudir, la misma es una disciplina científica enmarcada dentro de las Ciencias de la Educación y en palabras de la Dra. Yolanda Latre Campos “se podría definir la orientación familiar como aquella actividad destinada al fortalecimiento y estabilización del conjunto de las relaciones matrimoniales y/o familiares, aquel grupo de técnicas dirigidas a fortalecer las capacidades y fortalezas que tienen como objetivo el fortalecimiento de los vínculos”.
Desde esta última se toma a la persona desde todas sus dimensiones, se busca entonces desde esa mirada ayudar a atravesar la crisis para intentar lograr superarla. Todos los temas mencionados anteriormente pueden abordarse y tratarse también desde esta iniciativa.
Para finalizar, tener en cuenta que toda relación está compuesta por tres pilares: “yo”, “tu” y el “nosotros”, trabajar por el vínculo es fundamental. Clave hacerlo desde la propia libertad de cada uno, no forzando u obligando al otro a querer que busque ayuda. Hablarlo y decidirlo entre los dos podrá favorecer la relación, de lo contrario se cae en el riesgo de que se perjudique aún más.
-María Eugenia Gaffet @euge.gaffet
Bibliografía:
Latre Campos, Yolanda (2021), Claves de la orientación familiar. Aprendiendo a resolver conflictos. España. Digital Reasons.